El título exige acaso alguna aclaración. Hollywood había comenzado a modernizarse de manera algo tímida hacia fines de los años cincuenta, con la incorporación de talento realista robado a la televisión (Martin Ritte, Sidney Lumet, Ralph Nelson, John Frankenheimer, Robert Mulligan, Sam Peckinpah, guionistas como Paddy Chayevsky o Rod Serling), y la tendencia se acentuó a comienzos de los sesenta, con los aires aperturistas promovidos por la “era Kennedy”, la desaparición del maccarthysmo, el aflojamiento del código de censura de la industria que habilitó, con alguna cautela, el tratamiento de temas hasta el momento vedados (la droga, la homosexualidad) o generalmente omitidos (el racismo). Si no se quería elegir 1967 como “año del cambio”, una alternativa válida podría ser el periodo 1962-1964, con Ford y Peckinpah cuestionando el clasicismo del western (Un tiro en la noche, Pistoleros del atardecer), Mulligan alegando contra el racismo (Matar un ruiseñor), Preminger denunciando corrupciones políticas y hasta añadiendo un subplot gay en Tormenta sobre Washington, Lumet y Kubrick advirtiendo sobre los riesgos de un holocausto atómico en Doctor Insólito y Límite de seguridad y Frankenheimer explorando paranoias políticas en El embajador del miedo y Siete días de Mayo, esta última escrita por Serling).
Pero de alguna manera es correcto decir que 1967 fue un “año bisagra”. El año anterior, el Código había quedado bastante vapuleado con ¿Quién le teme a Virginia Woolf? de Mike Nichols. En 1968 la censura se fue definitivamente al diablo y pudo filmarse casi cualquier cosa, lo cual no siempre fue una mejora. Pero en 1967 se asistió a la confirmación de algunas promesas que luego no siempre cumplieron (Nichols con El graduado), a la confirmación de algunos talentos (Boorman), a audacias de forma y contenido en otros (Arthur Penn) y al reverdecimiento de algunos laureles como Richard Brooks (que realizó su mejor película adaptando A sangre fría de Capote) o viejos rebeldes como Huston y Aldrich (este último caso puede ser más polémico, porque Doce del patíbulo es una de sus mejores películas pero en su momento pudo ser denunciada como “fascista” por Pauline Kael, la Miss Vinagre de Mailer).
Pero 1967 fue un buen año, y anticipó otras novedades que se producirían en los años siguientes, desde la afirmación de Scorsese y Coppola hasta el espíritu de Busco mi destino, cuyo equipo principal está anticipado aquí en El viaje de Roger Corman. La noción del interés de cada película en particular puede ampliarse en las pastillas correspondientes.
DIR: Arthur Penn / 112 min.
Estados Unidos 1967.
DIR: John Huston / 108 min.
Estados Unidos 1967.
DIR: Norman Jewison / 109 min.
Estados Unidos 1967.
DIR: Mike Nichols / 106 min.
Estados Unidos 1967.
DIR: Richrad Brooks / 138 min.
Estados Unidos 1967.
DIR: Robert Aldrich / 145 min.
Estados Unidos 1967.
DIR: D. A. Pennebaker / 96 min.
Estados Unidos 1967.
DIR: John Boorman / 92 min.
Estados Unidos 1967.
DIR: Roger Corman / 85 min.
Estados Unidos 1967.
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