Francia, 2024
Dirección: Emmanuel Courcol
Guión: Emmanuel Courcol, Irène Muscari. Fotografía: Maxence Lemonnier. Música: Michel Petrossian. Producción: Agat Films, France 2 Cinema, Canal+, Ciné+, France TV. Elenco: Benjamin Lavernhe, Pierre Lottin, Sarah Suco.
Duración: 103 minutos
Thibaut es un director de orquesta de renombre internacional que viaja por el mundo y se entera de pronto de que tiene leucemia. Cuando se entera de que es adoptado, descubre la existencia de un hermano, Jimmy, un empleado de un comedor escolar que toca el trombón en una banda de música en el norte de Francia. Al parecer todo les separa, excepto el amor por la música. Al detectar las excepcionales habilidades musicales de su hermano, Thibaut se propone reparar la injusticia del destino. Jimmy comienza entonces a soñar con otra vida. Los dos hermanos están interpretados por Benjamin Lavernhe como Thibaut (egocéntrico y serio) y Pierre Lottin como Jimmy (más gracioso y desatado). Cuatro años después de rodar El triunfo, donde Kad Merad interpretaba a un profesor de teatro en prisión, Courcol aborda una historia sobre cómo se pueden dar diferentes oportunidades en la vida según el entorno en que se haya nacido y cómo una desconexión entre hermanos por diferentes motivos puede revertirse y convertirse en un encuentro. Esta potente carga emocional hace que el público conecte inmediatamente con los personajes y su historia divertida, tierna, emotiva, entrañable y humana, sin descuidar su vertiente social al no desatender los condicionamientos de la posición socioeconómica de cada hermano.
Con una extensa galería de secundarios y un especial cuidado por los detalles, Courcol genera un cine social y obrero con un trasfondo de solidaridad comunitaria (resuena a Ken Loach). El resultado esquiva los clichés del melodrama familiar o la cursilería para presentar dos músicas (dos mundos) contrapuestas, la orquesta de cuerda y viento versus la banda de metales y percusión, que pueden llegar a brillar juntas.
Courcol evita varias de las trampas previsibles para encontrar la dignidad y no caer en los recursos fáciles. El “mensaje” (esa mala palabra) surge sin sermones. Para irritación de intelectuales, elitistas y otras molestias, la película prueba que se puede hacer cine popular sin ofender la inteligencia del espectador, y el premio del público obtenido en San Sebastián parece confirmarlo.