Bolivia, 1966
Dirección: Jorge Sanjinés
Con Benedicta Mendoza, Néstor Peredo, Vicente Verneros Salinas, Elsa Antequera, Benedicta Huanca.
Duración: 75 minutos
Filmado en la Isla del Sol del lago Titicaca, a casi cuatro mil metros de altura, el primer largometraje de Sanjinés (y primer film hablado en aymara) es una alegoría sobre la reivindicación del poder y la soberanía indígena. El drama, deesatado por la violación y muerte del campesino aymara Andrés Mayta a manos del mestizo Ramos, culmina después de un año de una paciente y calculada espera, en el día de la venganza. Sin embargo, no se trata de un acto visceral sino de un duelo a muerte en el que el indio desafía al asesino a una lucha cuerpo a cuerpo. Mayta, que representa a su pueblo y a su raza sojuzgada (cuyo destino histórico estuvo siempre en manos de los colonizadores y sus descendientes), invierte los papeles y es él quien impone las reglas del juego, desafiando al mestizo a construir su propio futuro si sobrevive al duelo. (Texto de Mariano Mestman)
El cine jugó un rol protagónico durante las numerosas turbulencias políticas que atravesó la región en las décadas del 60 y 70. Aunque cada país y cada momento institucional tuvo sus especificidades, hubo algunas coincidencias entre los numerosos realizadores que optaron por hacer películas de intervención política durante esos años.
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