Estados Unidos, 2024
Dirección: Brady Corbet
Guión: Brady Corbet, Mona Fastvold. Fotografïa: Lol Crawley. Música: Daniel Blumberg. Producción: Brookstreet Pictures, Andrew Lauren Productions (ALP), Carte Blanche, Intake Films, Killer Films, Yellow Bear Films, Protagonist, Three Six Zero Group, Proton Cinema. Elenco: Adrien Brody, Felicity Jones, Guy Pearce, Joe Alwyn, Raffey Cassidy.
Duración: 215 minutos
Huyendo de la Europa de la posguerra, el visionario arquitecto László Toth llega a Estados Unidos para reconstruir su vida, su obra y su matrimonio con su esposa Erzsébet tras verse obligados a separarse durante la guerra. Solo y en un nuevo país totalmente desconocido para él, László se establece en Pensilvania, donde el adinerado y prominente empresario industrial Harrison Lee Van Buren reconoce su talento para la arquitectura. Pero amasar poder y forjarse un legado tiene su precio. El personaje descubrirá que no es oro todo lo que reluce. Sufrirá todo tipo de penurias, hasta que la suerte (y el talento) le acompañan y termina trabajando para el despótico millonario Van Buren, quien advierte sus cualidades y le contrata para construir un edificio moderno para la época.
Una de las muchas cosas que hace que la película sea tan esencial es que desafía cualquier categorización fácil. Trata de muchas cosas sin insistir, destacar o señalarlas específicamente. Naturalmente, es imposible pasar por alto el comentario sobre el capitalismo que transporta el guión de Corbet y Mona Fastvold, pero también es una historia de inmigración, adicción, sionismo, arquitectura, desigualdad, clase, violencia e incluso cine.
Harrison intenta controlar a László desde el principio. Utiliza la ira en la primera escena, literalmente le arroja dinero en un momento clave de la segunda mitad (y luego le pide que se lo devuelva), y un clímax intermedio establece perfectamente su relación. Después de ofrecerle asistencia legal para hacer realidad sus sueños de una manera que seguramente los unirá, básicamente lo obliga a mudarse con él. Harrison eventualmente cruzará todas las líneas de la rectitud física y moral, un claro paralelo a cómo el capitalismo destruye el arte, quitándole lo que quiere y necesita antes de deshacerse de él. Algunos han criticado el giro brusco que da la película con Harrison y László, pero repetidos visionados dejan en claro cuánto de ese tipo de propiedad brutal está presente desde el principio.
Por supuesto, una epopeya estadounidense como esta solamente funciona si el elenco está a
la altura, y la mayoría de los intérpretes cumple como se espera de ellos. Jones no siempre rinde acaso al mejor nivel, pero Brody y Pearce compensan cualquier defecto en el conjunto llevando adelante la segunda mitad de la película. La actuación de Brody despliega una amplia expresividad, desde la emoción desbordante de ver la Estatua de la Libertad hasta las lágrimas que ruedan por su rostro al abrazar a su primo, y luego ver cómo esa alegría abandona su semblante mientras el mundo a su alrededor la erosiona. Es un fuerte candidato a la mejor actuación del año en cualquier película. Pearce lo equilibra perfectamente, interpretando a Harrison como una fuerza de naturaleza egoísta, capturando perfectamente el tipo de monstruo rico que descarta a cualquiera que lo rodea una vez que lo ha agotado.
Globos de Oro a mejor película dramática, mejor actor dramático (Adrie Brody) y mejor director (Brady Corbet), dos premios en Venecia y una de las favoritas para el Oscar.
La película cuenta con un intervalo de 15 minutos