Sin ánimo celebratorio, el cineasta alemán Thomas Heise remonta un siglo de la historia alemana a través de cuatro generaciones de su propia familia. La película sigue las huellas biográficas de una familia desgarrada a finales del siglo XIX y los siguientes del XX. Heise reconstruye la historia de las últimas cuatro generaciones de su familia, recogiendo piezas íntimas y documentos de su archivo personal. Se trata de personas que una vez se encontraron por casualidad y luego se perdieron; los hijos y nietos que les quedan están desapareciendo, y se trata de hablar y permanecer en silencio. Por la pantalla pasan el primer amor y la felicidad perdida, padres, madres, hijos, hermanos, aventuras, heridas y alegrías en paisajes cambiantes que llevan diferentes huellas del tiempo. Un collage de imágenes, sonidos, cartas, diarios, notas, ruidos, voces, fragmentos, objetos que forman parte tanto de la memoria colectiva de la que habla el film como de la memoria personal del director, quien pone el foco en las sucesivas generaciones para escudriñar y repensar la historia de Alemania en el siglo XX. Objetos del pasado que se hacen patentes y “visibles” en el presente, bajo la atenta mirada de un Heise más preocupado que nunca por el pasado. Y, también, objetos que enlazan con imágenes de la Alemania del presente, la que se contempla en largos planos fijos o travellings concienzudamente estudiados y que surgen como la representación de un tiempo aún por determinar.
Las fotografías se filman desnudas, sin herramientas de montaje que las sucedan una tras otra en una vista completa, sino que se ven “expuestas” sobre mesas blancas y se estudian a conciencia desde los zooms o los barridos paulatinos. Lo mismo sucede con los documentos oficiales de la Segunda Guerra Mundial, de los cuales destacan las listas de prisioneros de un campo de concentración que se muestran en un ininterrumpido plano secuencia que se orienta de manera vertical y rectilínea durante unos veinticuatro minutos. Como una suerte de arqueólogo cinematográfico, Heise reúne documentos que hacen a la esencia de su historia familiar y que al mismo tiempo es la de todo un país. Alemania Oriental, la RDA, es su Heimat, esa palabra alemana tan difícil de traducir a cualquier idioma y que significa a la vez patria, hogar o un “espacio en el tiempo”, como lo define el mismo título de la película.