Francia, Canadá, 2023
Dirección: Bertrand Bonello
Guion: Bertrand Bonello, sobre una historia de Henry James. Fotografía: Josée Deshaies. Música: Bertrand Bonello, Anna Bonello. Producción: Les Films du Bélier, My New Picture. Elenco: Léa Seydoux, George MacKay, Dasha Nekrasova, Julia Faure, Guslagie Malanda.
Duración: 146 minutos
En un futuro cercano, donde la inteligencia artificial reina, las emociones se han convertido en una amenaza. Para librarse de ellas, la joven Gabrielle decide purificar su ADN en una máquina que la sumergirá en sus vidas pasadas. Allí se reencuentra con Louis, su gran amor. Pero está abrumada por el miedo y por la sensación de que la catástrofe se avecina.
El film apela al esquema del melodrama para observar el peligro de la deshumanización como consecuencia del avance tecnológico. El director se sirve de tres líneas temporales y sólo en la clásica, la de 1910, parece que interviene una fuerza externa que se podría llamar el destino (en forma de grandes inundaciones), en la de 2014 lo que se interpone en la historia de Gabrielle y Louis es el capitalismo alienante y que influye en sus entornos de formas distintas, mientras que en un futuro distópico, situado en 2044, la inteligencia artificial que gobierna el mundo, maneja y condiciona a las personas, demanda que deben apagar y alejarse de sus emociones para ser considerados como gente válida y confiable.
Combinación de ciencia ficción distópica con reencarnaciones y existencias pasadas, drama de época sobre los convencionalismos sociales (que sería lo cercano a la base literaria, el relato de Henry James del que parte) y un thriller o giallo ambientado en la “jungla” de L. A. donde se hace más patente que nunca esa idea de un animal acechando a su presa, la película tiene como preámbulo la pantalla verde, la tecnología que materializa cualquier quimera, o la hoja en blanco que sirve de soporte a la escritura visual desatada.
La “bestia” del título original, la amenaza desconocida o presentimiento de una catástrofe inminente, son más bien “las” bestias, que en cada momento y lugar adquieren una forma determinada y que son el obstáculo para que ese amor nunca llegue a consumarse. El miedo a seguir el instinto, la mentalidad puritana de principios del siglo XX, o bien la superficialidad contemporánea de preservar la juventud a toda costa, cirugía estética mediante, el simulacro de vida glamorosa pero transitoria y la terrorífica deriva del pensamiento incel, hasta llegar a la encarnación última y definitiva: la inteligencia artificial, o una necesidad cada vez mayor de eliminar las emociones, las últimas y molestas trazas de una humanidad que puede extirparse. La advertencia es inquietante, y está envuelta en un formalismo poderoso.