Lidiando con una serie de situaciones y relaciones cada vez más absurdas y recientemente distanciados, a los instructores de yoga Gustavo y Vanessa les resulta difícil vivir separados. Sus desafíos diarios incluyen madres entrometidas, estudiantes amnésicos y romances florecientes. Paso a paso, encontrarán su camino de regreso a “la práctica”. Esta película logra construir el humor a través del encadenamiento de situaciones extravagantes y cotidianas, un humor que, en su formulación pasa por simple, pero -como ha demostrado el devenir del cine- resulta complejo de abordar: el humor visual.
Los límites del espacio autobiográfico son cada vez más difusos dentro del cine, y a pesar que este film no se encuentra estrictamente dentro de ese espacio, recupera elementos que reflejan la experiencia de vida de Rejtman. Gustavo funciona por momentos como alter ego del director, quien a su vez expresa que su película mezcla su experiencia con el yoga y su experiencia con el cine.
El humor de Rejtman es un humor muy rioplatense, muy cercano al deadpan, ese humor de cara seria, con un gran componente de absurdo, que instala en el rostro una leve sonrisa quizás irónica que allí permanece a lo largo de todo el metraje. Esa distancia, sin embargo, no es nunca cinismo, sino todo lo contrario: una leve aceptación de lo inmanejable y a menudo arbitraria que resulta la vida, una resignación bienhumorada a esas fuerzas que nos sacuden y arrastran y que poco podemos hacer por dominar. A lo mejor, lo que hay que hacer es seguir con “la práctica” pase lo que pase.
A nadie se le escapa la centralidad del cine de Rejtman en lo que dio a llamarse Nuevo cine argentino, del cual fue, acaso, su primer exponente. Sin ignorar cuán inútiles pueden resultar a la larga las periodizaciones y etiquetas, lo que queda es una trayectoria en un entorno. Y esa trayectoria y ese entorno fueron (y son) brillantes, como lo demostró la retrospectiva completa que la Cinemateca acaba de dedicarle: desde su primer cortometraje Doli vuelve a casa, siguiendo por la seminal Rapado a la genial Silvia Prieto, de la inteligentísima Los guantes mágicos luego de la cual pasó a su única incursión en el documental (Copacabana) para volver a la ficción con su corto Shakti, Entrenamiento elemental para actores y Dos disparos hasta llegar a esta nueva película que reafirma que la vida es una comedia. Una comedia muy, pero muy parecida a las películas de Martín Rejtman.