Argentina,, 1924
Dirección: José J. Romeu
Material de archivo
Duración: 82 minutos
El film tuvo su estreno en 1924 en las salas Crystal Palace y American Palace de la ciudad de Buenos Aires. Fue producida, de manera independiente, dirigida y actuada por José J. Romeu, quien contrató a la empresa Colon Films de los hermanos Vicente y Luis A. Scaglione, de larga experiencia en el circuito local, para ocupar los rubros técnicos más importantes. El film se rodó casi en su totalidad en la región de San Rafael, una pequeña localidad rural ubicada al pie de los Andes en el sur de la provincia de Mendoza, locación verdaderamente extraña para el cine argentino que se aprovecha notablemente en sentido narrativo. Descripta como un western, en efecto toma algunos de sus elementos, pero no todo lo que se mueve arriba de un caballo en una planicie y es registrado por una cámara de cine debe necesariamente ser un vaquero. El film de Romeu, habitado por cuatreros, policías rurales, jueces de paz y gauchos criollos se inscribe con facilidad dentro de la tradición del género literario denominado gauchesco, popularizado a fines de siglo XIX por escritores como José Hernandez con su célebre Martín Fierro y Eduardo Gutierrez creador de la zaga de gauchos perseguidos por la ley entre los que se destacan Moreira y Hormiga Negra, todos ellos en algún momento llevados al cine. De hecho el propio Romeu, apenas unos meses antes, había participado en el film de Enrique Queirolo, El último centauro, la epopeya del
Gaucho Juan Moreira, con notable éxito. En este sentido Romeu, al igual que Queirolo, retoma la figura donde el campo literario la había dejado a punto de extinguirse, para otorgarle una sobrevida en el cine que recorrerá prácticamente todo el siglo XX, hasta su muerte definitiva con la versión del Moreira de Leonardo Favio en 1973.
El héroe del film, Anastasio Ríos, comparte muchos de los elementos de sus predecesores; al igual que Fierro, Moreira y Hormiga Negra es empujado a cometer un acto de violencia por el patrón -representante del capital- y la policía -representante del Estado. En un duelo desigual mata de una cuchillada al comisario y allí comienzan sus aventuras como fuera de la ley. Pero, a diferencia de los antihéroes de la literatura, el gaucho viejo de Romeu no se convierte en un asesino, en cambio, se dedica a robar sólo a los poderosos para establecer algo de justicia allí donde el Estado se encuentra ausente.
Pero la gran originalidad del film radica en inscribir el relato en el contexto político de la Argentina de la década del diez. El conflicto que lleva a Anastasio Rios a la pelea con el dueño de la estancia se origina en la orden que éste les da a sus peones para que voten a su candidato en las próximas elecciones. En aquel momento el voto era público, con lo cual era práctica común influenciar al votante. Ríos se niega argumentando que se vienen nuevos tiempos de mayor civilidad. Todas las andanzas de Ríos como ladrón de ganado se dan mientras en paralelo, y fuera de campo, se discute en la ciudad la Ley Electoral que en efecto se sanciona en 1912 y establece el voto secreto y obligatorio en la Argentina. Bajo el imperio de la nueva ley permitirá la reivindicación de gauchos como Ríos al convertirlos en ciudadanos con plenos derechos. La película, realizada doce años después, puede leerse a su vez como un homenaje o celebración de los nuevos tiempos del país cuyo origen se ubica precisamente en el establecimiento del voto secreto que llevó al gobierno a un nuevo partido político que aspiraba a representar, entre otros trabajadores, a los gauchos.
La versión digital se obtuvo a partir de los únicos elementos existentes, una copia 35mm teñida de 1924, que fue hallada en el Museo de Carcarañá en 2015. Ya entonces el material se encontraba en descomposición. En el Museo del Cine pudo estabilizarse y se logró rescatar un 85 por ciento del total. El texto del título se escaneó manualmente en un equipo de negativos fotográficos debido a la fragilidad que presentaba. Algunas secuencias de intertítulos se han perdido por completo y otras, que resultaban prácticamente ilegibles, pudieron descifrarse y se reemplazaron con placas fijas para mantener el sentido narrativo.
Texto de Andrés Levinson.
Exhibición con entrada libre, por web y boletería a partir del 23/06/2025
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