En 2021, The New Yorker afirmó, a nuestro juicio sin error, que “la actriz de cine más importante y original de más de medio siglo es Gena Rowlands”.
Rowlands, quien falleció el pasado 14 de agosto a los 94 años por complicaciones con un Alzheimer que le diagnosticaron hace un lustro, era en efecto otra cosa: una suerte de fenómeno de la naturaleza, un ejemplo excepcional de sensibilidad y capacidad de emoción que encendía la pantalla con cada una de sus apariciones. Si no se convirtió en la gran estrella que pudo haber sido fue por una opción de vida: a los veinticuatro años se casó con el actor y director John Cassavetes, un matrimonio que duró hasta la muerte de él en 1989. De alguna manera, ello la ató durante décadas a la obra creativa importante pero comercialmente poco redituable de su marido, quien actuaba en películas que no le interesaban para poder dirigir el cine propio que no solía dar dinero. Actuó para Cassavetes, tras una breve aparición no acreditada en su inicial Sombras, en Un niño espera (1963), Rostros (1968), Así habla el amor (1971), Una mujer bajo influencia (1974), Noche de estreno (1977), Gloria (1980) y Torrentes de amor (1984), plegándose con entusiasmo al estilo suelto e improvisado de su marido, que requería de actores inteligentes y creativos.
Quizás haya recibido de Cassavetes su mejor elogio a propósito de las películas que hicieron juntos: “No me gusto mucho como actor”, decía él. “Cuando me veo en la pantalla me doy cuenta que no estoy rindiendo al nivel que quería como director. Con Gena ocurre lo contrario: Me da más de lo que le pido”.
Tras enviudar continuó una carrera propia en cine y televisión, generalmente en producciones de buen nivel (por ejemplo, La otra mujer de Woody Allen), y hasta actuó un par de veces bajo las órdenes de su hijo Nick, quizá porque quería estar cerca de él para que no metiera la pata.
Los suficientemente veteranos recordamos todavía sus frecuentes apariciones en televisión en los años cincuenta como protagonista o invitada especial en numerosas series (desde Laramie a Alfred Hitchcock presenta), su papel de la esposa sordomuda del detective Steve Carella (Robert Lansing) del Precinto 87, sus encuentros iniciales con Cassavetes en El show de Lloyd Bridges y en el policial televisivo Johnny Staccatto. Más cerca (hasta 2014), se la vio bastante en personajes enormes y película secundarias en las que solía ayudar a elevar el nivel interpretativo, y llegó a actuar bajo las órdenes de Jim Jarmusch (Night on Earth, 1991) y en la conmovedora El poderoso (1998) de Peter Chelson.
Que nunca haya ganado un Oscar es un escándalo. Fue candidata dos veces: por Una mujer bajo influencia y por Gloria, pero en ambos casos fue derrotada respectivamente por Jane Fonda y por Sissy Spacek. La Academia intentó arreglar el desaguisado con uno de esos premios especiales al conjunto de una carrera que siempre llegan tarde. Este ciclo es apenas una pequeña muestra de su enorme talento. Se fue una grande.
DIR: David Miller / 107 min.
Estados Unidos 1962.
DIR: John Cassavetes / 114 min.
Estados Unidos 1971.
DIR: John Cassavetes / 155 min.
Estados Unidos 1974.
DIR: John Cassavetes / 138 min.
Estados Unidos 1977.
Mientras se escriben estas líneas es inminente el estreno de Una batalla tras otra, la más reciente película del director norteamericano Paul Thomas Anderson, basada en la novela Vineland de Thomas Pynchon, y protagonizada por Leonardo DiCaprio, en la que también actúan Sean Penn, Benicio del Toro, Regina Hall, Teyana Taylor, Chase Infiniti, Wood Harris y Alana Haim.
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