Maestros: Luchino Visconti

VISCONTI Y LOS OCHENTA AÑOS DE “OSSESSIONE”`

Hace 80 años se estrenaba la primera película de Luchino Visconti. Hay un persistente error, o por lo menos una simplificación excesiva, en lo que tiene que ver con los orígenes del neorrealismo. Uno de los secretos mejor guardados por los críticos y los historiadores italianos del cine suele omitir que una de las fuerzas que más influyó en el surgimiento de ese movimiento cinematográfico, seguramente el más importante de la posguerra, no vino de la oposición a Mussolini sino de las entrañas del propio fascismo. Los antifascistas de los años treinta, por obvias razones de seguridad, se refugiaron en la evasión: fueron los cultores del llamado “caligrafismo” (Mario Soldati es acaso su figura más representativa), un cine realizado con solidez formal y generalmente inspirado en clásicos literarios ambientados en el pasado, actitud que ahorraba dolores de cabeza. El fascismo, en cambio, hizo su propio cine de propaganda, y uno de sus cultores más representativos fue Roberto Rossellini, quien trabajando bajo la supervisión del capitán Francesco de Robertis y luego solo, proporcionó propaganda para los barcos hospitales (La nave bianca), exaltó en heroísmo de un capellán ejecutado por los comunistas en el frente ruso (El hombre de la cruz) e hizo lo mismo con la Fuerza Aérea en Un piloto regresa (cuyo libretista, dicho sea de paso, fue Michelangelo Antonioni). Es cierto sin embargo que alguna de esa gente escribía en la revista Cinema, nominalmente dirigida por Vittorio Mussolini, el hijo del Duce, pero cuyas notas exigían un cine más libre y crítico. Casi todos los redactores de Cinema creyeron ver en Obsesión de Visconti la película que estaban esperando. Los ochenta años que cumple esa película justifica este repaso, aunque pudieran inventarse otros pretextos.
Luchino Visconti nació en Milán en 1906 y falleció setenta años después. Descendiente de una de las más aristocráticas familias italianas, empresaria y culta (en la Edad Media, los Visconti fueron la primera familia milanesa que alcanzó la dignidad principesca), conoció a Jean Renoir durante un viaje al París del Frente Popular en 1936, y fue su ayudante de dirección y figurinista. Fuertemente influido por ese ambiente político, se trasladó a Estados Unidos, donde estudió la peculiar y compleja industria hollywoodense. De nuevo en Italia volvió a ser ayudante de Renoir en La Tosca, cuya realización abandonó el cineasta francés al estallar la Segunda Guerra Mundial.
La personalidad artística de Visconti se fue moldeando de a poco, hasta convertirse en una de las más complejas del cine italiano: presencia constante de su origen aristocrático, señorial sentido plástico con tendencia a lo espectacular, marcada inclinación melodramática, influencia pictórica, refinado buen gusto y una ideología marcada por el Frente Popular francés de los años treinta y el antifascismo italiano de la última época mussoliniana. Aunque desarrolló simultáneamente una obra cinematográfica y una labor escénica, su actitud ante ambos medios no fue la misma.
El teatro era sobre todo para él un espectáculo, mientras que al cine lo vio como un prisma antropomórfico, un medio de narrar historias de hombres vivos. Como autor comprometido, su obra cinematográfica, se conectó con el desarrollo político y social de su propio país: en los últimos años de la Italia fascista, Obsesión; durante los primeros años de la posguerra, La terra trema; cuando el país pareció sumergirse en un ordenado bienestar económico, Bellisima; cuando el cine italiano se alejó del neorrealismo e involucionó hacia la evasión, Livia; cuando la creación cinematográfica imperante apareció absorbida por un formalismo de esencias individuales o asociales, Rocco y sus hermanos; films que fueron marcando la principal evolución de su temática, con una sola excepción (Noches blancas o Puente entre dos vidas).
El crítico Guido Aristarco señaló en su momento que en su obra inicial la intriga no era un simple recurso dramático-argumental, sino el elemento en que descansa la temática, donde se debaten la tesis y la justificación. Al menos, eso es cierto hasta Bellísima, film que cerró esa primera etapa: en Obsesión, la intriga fue el problema en sí; igualmente sucedió en La terra trema (sobre todo imaginándola en su irrealizada trilogía), y lo mismo en el drama de las frustraciones y las esperanzas rotas de la sociedad cruel y evasiva de Bellísima. En sus últimos films, que incluyen algunos de sus títulos más estimados, Visconti se adelantaría en el análisis de psicologías y procesos de decadencia social (El Gatopardo, La caída de los dioses, Muerte en Venecia), hasta desembocar en el maduro testamento de Grupo de familia. Esa etapa de su obra oscila entre la lucidez para contemplar la caída de una clase social, la suya, y el sentimiento de personajes que son ya el pasado, como el propio autor.

Obsesión

DIR: Luchino Visconti / 126 min.

Italia 1942.

La terra trema

DIR: Luchino Visconti / 160 min.

Italia 1948.

Livia

DIR: Luchino Visconti / 125 min.

Italia 1954.

Rocco y sus hermanos

DIR: Luchino Visconti / 180 min.

Italia, Francia 1960.

El gatopardo

DIR: Luchino Visconti / 186 min.

Italia, Francia 1963.

La caída de los dioses

DIR: Luchino Visconti / 155 min.

Italia, Suiza 1969.

Muerte en Venecia

DIR: Luchino Visconti / 129 min.

Italia 1970.