El nombre de Lucrecia Martel saltó a la notoriedad con el cortometraje Rey Muerto que participó en la primera edición de Historias breves de 1995, festival que muchos consideran el lanzamiento de algo llamado Nuevo Cine Argentino cuya existencia como movimiento aún se discute.
El cine de Martel ha reiterado ambientes hostiles, una preferencia por la sugerencia antes que el énfasis inapelable, una vocación por retratar a una aristocracia en decadencia que se empeña sin embargo en permanecer fiel a sí misma y que a menudo choca con una adolescencia a veces más rupturista. La sexualidad, rozando ocasionalmente los límites del tabú, es otro rasgo insistido.
Sus personajes suelen estar están encerrados en un espacio agobiante, impulsados más por sus pulsiones que por la razón. Martel suele eludir el “psicologismo”, optando por el “mostrar” (acciones, gestos, impulsos, diálogos), empleando la palabra en el sentido en que Eric Rohmer la manejaba al decir que la función del cine era mostrar y no demostrar.
Pero el arte de Martel no es estático y el foco de atención varía de película en película.
En La ciénaga todo parece presagiar el desenlace, en La mujer sin cabeza todo deriva de la tragedia que da inicio a la película, en La niña santa el error en la percepción del mensaje divino conduce a un colapso posterior a la misma película, en Zama la espera del acontecimiento lleva a la desesperación final del protagonista.
Hay rasgos de estilo que resultan muy reconocibles: los encuadres cerrados y la ausencia de planos de referencia y la ubicación de los personajes en pasillos estrechos y habitaciones poco iluminadas que acentúan una sensación de asfixia. El empleo de un elemento como el agua (ciénaga, de pileta, lluvia, canales, el río) sirve para sugerir la profundidad del peligro, metaforizando el estancamiento permanente, la caída en la tentación, un accidente, a veces la muerte.
El sonido es un factor expresivo que añade a las escenas un suspenso adicional que remite a un confesado gusto por las películas de terror, creando un extrañamiento que en Zama llega a su paroxismo.
El cine de Martel se caracteriza por la reiteración de rasgos de ambigüedad que remiten a la inestabilidad de la vida misma, donde un orden aparente es permanentemente amenazado. Hay una realidad oculta en el interior de sus personajes que ese estilo visual y sonoro, extremadamente cuidado, revela sin declararlo.
Foto: Alejandra Frechero
DIR: Lucrecia Martel / 115 min.
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DIR: Lucrecia Martel / 87 min.
Argentina, España, Francia, Italia 2008.
DIR: Lucrecia Martel / 106 min.
Argentina, España, Italia 2004.
DIR: Lucrecia Martel / 102 min.
Argentina, España 2001.
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