Francia, 1995
Dirección: Bertrand Tavernier
Con Marie Gillain, Olivier Sitruk, Bruno Putzulu, Richard Berry, Philippe Duclos, Marie Ravel, Clotilde Courau, Jean-Louis Richard, Alain Sarde.
Duración: 115 minutos
En la última etapa del noir clásico, a fines de los 50, empezaron a tener roles importantes los delincuentes juveniles como reflejo de un fenómeno social que se vinculaba con otras formas de rebeldía. Tavernier, que conocía el cine clásico mejor que nadie, demostró la absoluta vigencia de sus procedimientos en La carnada, que traslada al cine con el mayor rigor posible un episodio delictivo extraído fielmente de la crónica policial francesa. El núcleo del episodio (una hermosa joven atraía hombres para desvalijarlos con ayuda de dos amigos) aparece en mil películas previas. Lo que importa a Tavernier son los motivos del trío para hacer lo que hacen, una forma de alienación con múltiples causas entre las que también se cuenta el cine. Importa también la edad de los protagonistas, que llegan a hacer cosas terribles sin que Tavernier nos permita olvidar nunca que son casi niños. Y, en definitiva, importa el planteo honesto del problema sin pretender arreglarlo con soluciones de café.
En algún momento de la historia del cine pudo parecer que el film noir nos abandonó. Así como el western se volvió crepuscular y luego muy excepcional, el policial negro negrísimo que inaugurara oficialmente El halcón maltés en 1941 también se volvió una mercancía escasa, más fácil de encontrar en evocaciones europeas o incluso asiáticas que en su Hollywood natal. Pero desde los 80 regresó con ...