Por su precisión conceptual y por el acceso privilegiado a tres esenciales colaboradores de Ford (Wayne, Stewart, Fonda), este film es uno de los más importantes documentales cinéfilos de todos los tiempos. Cuando lo hizo, Bogdanovich estaba en el momento justo entre sus dos carreras: venía de ser un devoto historiador de cine estadounidense y se estaba convirtiendo en uno de los directores esenciales de la generación del 70. Su selección de fragmentos insoslayables de la vastísima obra fordiana, para ilustrar lo que considera que son sus temas más importantes, es lúcida e informada. Mucho del humor seco que Ford mastica en su entrevista para este film ha sido citado hasta la náusea por la crítica posterior, seguramente porque, tratándose de él, hay que imprimir la leyenda. Pero el film va mucho más allá, gracias al rigor que el realizador se impuso para abordar su tema. Muchos años después Bogdanovich rehizo su film sin ese rigor, incluyendo testimonios de personalidades que nunca trabajaron con Ford, pero aquí exhibiremos la versión original.