Estados Unidos, 1955
Dirección: Otto Preminger
Con: Frank Sinatra, Eleanor Parker y Kim Novak.
Duración: 120 minutos
Como productor y director independiente, Preminger se atrevió a hacer lo que muy pocos en Hollywood, que fue utilizar el mainstream para hacer vanguardia. Su especialidad en estos años fue desafiar las prohibiciones del vetusto código de censura, que prohibía totalmente la representación del tráfico de drogas o de la adicción. Un tema como el de este film, cuyo protagonista es un músico y jugador adicto a la heroína, era infilmable. Pero Preminger lo filmó, en buena medida gracias a que Sinatra tuvo el coraje de asumir el papel central, en un movimiento atípico para una estrella que había construido su popularidad cantando baladas inofensivas. El resultado es un film crispado en tono, música y diseño, una de las primeras puertas por las que Hollywood ingresó en la modernidad.