foto Los santos inocentes

Los santos inocentes

España, 1984

Dirección: Mario Camus

**Guión: Antonio Lareta, Manuel Majti, Mario Camus, sobre novela de Miguel Delibes. Fotografía: Hans Burmann. Música: Antón García Abril. Producción: Ganesh, RTVE, Elenco: Alfredo Landa, Francisco Rabal, Terele Pávez, Agustín González, Juan Diego. 105 min.

Duración: 105 minutos

Hay una valiosa novela de Miguel Delibes, publicada en 1981, en la base de esta notable película española, la mejor que el director Mario Camus haya rodado en su vida. La acción se ubica en los terrenos de un cortijo en “La Raya” (frontera entre España y Portugal) a principios de la década de 1960 en España. Paco (Alfredo Landa) y Régula (Terele Pávez) forman, junto a sus tres hijos, Quirce, Nieves y Charito (aunque en la novela existe un cuarto hijo, Rogelio), una familia de campesinos a las órdenes de los señores del cortijo que aguanta toda clase de órdenes y humillaciones sin queja alguna. Un día se presenta Azarías (Paco Rabal), el hermano discapacitado de Régula, pues ha sido despedido del cortijo en el que él trabajaba y decide unirse a la familia de su hermana para trabajar. Ahora, deberán hacer frente a todas las penurias típicas de la época juntos.
Delibes había concebido la obra como una intención de mostrar la incultura y la pobreza a la que se veían sometidos los trabajadores de los latifundios fronterizos con Portugal. Su título hacía mención a la matanza de los Inocentes, en donde los inocentes son sometidos y oprimidos, y tienen un castigo de pobreza y desdicha sin tener la culpa de ello. Frente a ellos, los señoritos con una doble moral que se muestran indiferentes ante la miseria que sufren los campesinos. El guión de la película, en el que participó Antonio “Taco” Larreta, reduce a cuatro los seis episodios que integran la novela, eliminando incidentes y otorgando al resultado un carácter más compacto de cara a la pantalla.
Para Alfredo Landa, cuya fama previa venía de un montón de comedias populares de tercera, Los santos inocentes representó la confirmación de la nueva etapa que había iniciado en su carrera con películas como El puente o El crack, y que le alejaban del landismo para abordar papeles mucho más dramáticos y complejos. El actor creó un personaje que es como el perro fiel de un amo cruel, que a pesar de que éste le maltrata y le humilla le sigue adorando. “Tenía que ser un personaje introvertido, humillado, pero demostrando ese gran cariño por el “señorito”. Él habla de su señorito como si hablara de Dios. Le quiere, le ha cuidado desde pequeño, le ha enseñado a cazar”, afirmaba el actor. El personaje de Paco Rabal en cambio es como un niño encerrado en el cuerpo de un hombre.
Una persona que se mueve por instintos y sentimientos primarios. Para preparar su personaje convivió durante semanas con un aldeano de un pequeño pueblo de Badajoz conocido como “El Barruntas”. Rabal aprendió de él su forma de hablar, sus gestos, sus costumbres o la manera en la que andaba. Incluso le compró la ropa que solía llevar para meterse mejor en el papel. No desmerecen junto a Rabal y a Landa (en los que deben ser los papeles de sus vidas) Terele Pávez, como Régula, la sufrida esposa de Paco, y Juan Diego, que da vida a un señorito déspota y sin ninguna consideración hacia el hombre que le sirve. La película cuenta también con un sólido elenco secundario, una fotografía de Burmann que explota hábilmente la dureza del paisaje y un
adecuado acompañamiento musical de García Abril.

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