foto Perdidos en Tokio

Perdidos en Tokio

Lost in Translation

Estados Unidos, 2003

Dirección: Sofia Coppola

Guión: Sofia Coppola. Fotografía: Lance Acord. Música: Brian Reitzell, Kevin Shields. Producción: Focus Features, American Zoetrope, Elemental Films. Elenco: Bill Murray, Scarlett Johansson, Giovanni Ribisi, Anna Faris, Fumihiro Hayashi

Duración: 105 minutos

Una exhibición especial por los 20 años de este ya clásico film. Desde las 21 hs el Café del Cine sirve whisky (“It’s Suntory time!”) y el hall se convierte en karaoke para cantar los temas de la mítica escena. Las 10 primeras personas que canten un tema entero, vengan con remera de camuflaje naranja, peluca rosa pastel o un traje grande ajustado con pinzas, entran gratis.

Bob Harris, un actor norteamericano en decadencia, acepta una oferta para hacer un anuncio de whisky japonés en Tokio. Está atravesando una aguda crisis y pasa gran parte del tiempo libre en el bar del hotel. Y, precisamente allí, conoce a Charlotte, una joven casada con un fotógrafo que ha ido a Tokio a hacer un reportaje. Mientras él trabaja, ella se aburre mortalmente. Además del aturdimiento que les producen las imágenes y los sonidos de la inmensa ciudad, Bob y Charlotte comparten también el vacío de sus vidas.
Poco a poco se hacen amigos y, a medida que exploran la ciudad juntos, empiezan a
preguntarse si su amistad podría transformarse en algo más. Quizás él no es tan cínico como su actitud parece sugerir, y quizás ella no es tan ingenua como se podría presuponer por ser más joven y por tener una conducta sincera. Puede que la edad y la experiencia no sirvan para garantizar ninguna sabiduría o certeza concreta. Ese actor veterano que está en Tokio para hacer publicidad de un whisky japonés está en realidad tan desconcertado y en muchos aspectos perdido como pueda estarlo ella. Ella, con esa curiosidad natural en la gente de su edad, se dedica a visitar templos en Kioto, a mezclarse con los viajeros del metro que leen mangas durante el trayecto, a curiosear en las salas recreativas o en los salones de pachinko. En contraposición, él aprovecha un día de descanso para ir a jugar al golf, pese a ser una actividad que podría realizar en cualquier otro lugar del mundo, y demostrando que no siente ya el mismo entusiasmo por lo nuevo que tiene ella, todavía más apasionada y esperanzada.
El afecto deriva en un sugerido amor imposible, como un destello apenas esbozado, imperceptible. De ese modo la directora-guionista consigue contagiar al espectador la sensación de formar parte de la intimidad que se ha creado entre los dos personajes. La interpretación de Bill Murray es excelente y la de Scarlett Johanson brilla a gran altura. La película revela sabiduría cinematográfica y una destacada habilidad de expresión y comunicación.

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