México, 2017
Dirección: Carlos Carrera
Guión: Daniel Emil, Flavio González Mello Música: Víctor Hernández Stumphauser. Producción: Altavista Films, Lo Coloco Films, Ítaca Films, Anima Estudios, Argos Servicios Informativos, Five 7 Media. Animación
Duración: 95 minutos
Diez años de trabajo llevó la producción de este primer largometraje animado del mexicano Carlos Carrera, cuya trayectoria incluye dos cortos multipremiados, El héroe (1993) y De raíz (2004). Ana es una curiosa niña que se hace amiga de los seres imaginarios de los pacientes de un hospital psiquiátrico, donde recientemente ha llegado junto con su madre. Con la ayuda de sus nuevos amigos intentará escapar de ahí para buscar a su padre y reunir nuevamente a su familia.
Lo que más destaca es la narrativa de Carrera, que dosifica su información según las necesidades de la historia, sin alargar en el tiempo el momento de revelar, por ejemplo, los motivos de la llegada de Ana y la madre a la clínica psiquiátrica, y logrando mezclar convincentemente el mundo real con el fantástico o imaginario donde se desarrolla la historia. Por otra parte, la calidad visual del film es sorprendente, y varios observadores mexicanos han señalado que nunca antes el cine de animación de su país había alcanzado ese nivel.
Hay quien ha planteado a qué público se dirige fundamentalmente la película. No, por cierto, a los más chiquitos: Carrera, y antes que él el novelista Emil, que lo inspira, no escamotean momentos de terror que pueden impresionar a un público muy pequeño, pero de alguna manera la película, por esa vía, está conectando con la más clásica tradición de la narrativa infantil (hay que leer los originales de Blancanieves o Caperucita antes de que Disney los domesticara). Uno de los aciertos de Emil y Carrera es el de no subestimar a los chicos, y creerlos lo bastante maduros como para sobrellevar algunos sobresaltos.
La crítica mexicana, al menos, parece haberlo comprendido. En Carton Brew, el crítico Carlos Aguilar la ha definido como "la más película más completa y arriesgada que ha producido México hasta la fecha" . En La Razón de México, Jesús Chavarría matiza que "aunque Ana y Bruno no tiene una manufactura impecable, destaca por ser un producto enfocado al público infantil, que evita ser condescendiente, tiene identidad y resulta inteligente, divertido y conmovedor." En Cine Premiére, Arturo Magaña ha dicho que "en días en que se piensa que el cine, en especial aquel destinado a un público infantil, debe evitar temas difíciles, (...) Carrera asume el riesgo en este oscuro y melancólico largometraje animado, que está a la altura de lo mejor que se hace en el género."
Ana y Bruno está recomendada para niños y adolescentes a partir de los 12 años.