foto Oranges Sanguines

Oranges Sanguines

Francia, 2021

Dirección: Jean-Christophe Meurisse

Guión: Yohann Gloaguen, Jean-Christophe Meurisse, Amélie Philippe. Fotografía: Javier Ruiz Gómez. Producción: Rectangle Productions, Mamma Roman, Canal+, Ciné+, C8, Cofinova, Cinémage 15, Région Ile-de-France, Région Bourgogne-Franche-Comté, CNC, Les Chiens de Navarre. Elenco: Denis Podalydès, Christophe Paou, Blanche Gardin, Guilaine Londez, Pascal Tagnati, Vincent Dedienne, Lorella Cravotta, Patrice Laffont, Anthony Paliotti, Alexandre Steiger, Lilith Grasmug, Fred Tousch, Olivier Saladin.

Duración: 102 minutos

La segunda película del director Jean-Christophe Meurisse (su ópera prima, Apnée (+) formó parte de la Semana de la Crítica en Cannes 2016) comienza como una peculiar comedia en la que una pareja de ancianos participa en un concurso de baile, con unos jueces muy apasionados, antes de convertirse en una comedia totalmente obscena y, finalmente, en una cinta política muy gráfica y atrevida que invita a la reflexión.
La introducción establece los cuatro hilos narrativos de la historia. Una pareja de jubilados (Lorella Cravotta y Olivier Saladin) participa en un concurso de baile porque necesitan dinero para pagar su hipoteca y no quieren pedírselo a sus hijos. Estas escenas presentan un tipo de comedia poco convencional. Por otra parte, el ministro de Finanzas (Christophe Paou) es sospechoso de evasión fiscal en una historia inspirada en el escándalo real de Jérôme Cahuzac, ministro del expresidente francés François Hollande. El hombre se mete en problemas cuando su coche se avería e intenta buscar refugio. Desgraciadamente, llama a la puerta equivocada, donde se encuentra con un loco (Frédéric Blin) que quiere mostrarle al infame político lo que piensa sobre él. Una joven adolescente (Lilith Grasmug) está intentando intimar con un chico tímido en una fiesta, pero este se comporta de una forma demasiado extraña en la cama como para ser el hombre de sus sueños. Al marcharse de la fiesta, tras haber perdido la virginidad, se mete en problemas. Finalmente, hay un abogado (Alexandre Steiger) que está tratando de ascender en la escala social, avanzar en su carrera y demostrar su valía ante sus compañeros. Se trata de cuatro momentos en la vida de distintas personas en la Francia actual. Combinados, aportan una visión engañosa de tres generaciones y una mezcla de clases sociales, lo que permite al director resaltar cómo actúan las estructuras de poder.
Hay escenas de sexo y violencia que pueden resultar chocantes, pero la sorpresa radica en el hecho de que el director Meurisse se las arregla casi siempre para que resulten a veces divertidas, a veces trágicas, y que una parte de la culpa recaiga sobre el espectador. El uso original de recursos usuales del cine de terror es también una de sus virtudes. Por atrás del shock hay una invitación a la reflexión. De no muchas películas puede decirse eso.

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