Robert Altman, ese inconformista

Robert Altman fue un rebelde que trabajó durante cincuenta años en Hollywood o sus alrededores intentando imponer sus propias reglas. A mediados de los años cincuenta, pudo ser apenas uno más de los muchos de quienes trabajaban para la televisión. Como muchos de sus colegas, terminó siendo seducido por Hollywood, aunque alternando en ambos medios y tratando a menudo de dejar un sello personal en lo que hacía. Entre un capítulo de Bonanza, otro de Maverick y un tercero de Combate llegó a dar en 1957 el salto a la gran pantalla, primero con un apresurado y un tanto oportunista documental sobre James Dean y luego con The Delinquents, una ficción de clase B sobre delincuentes juveniles.
La fama le llegaría realmente una década después (fines de los sesenta, comienzos de los setenta), en momentos en que Hollywood estaba terminando o casi con el Código Hays y trataba de conectar con un público juvenil y contestatario, que fuera de las salas de cine estaba quemando libretas de enrolamiento y protestando contra la guerra de Vietnam. Tras varios títulos secundarios, Altman alcanzó el estrellato y varias candidaturas al Oscar (aunque el único premiado fue el libretista Ring Lardner Jr.) con M.A.S.H., una sátira antimilitarista y antibélica ambientada en la guerra de Corea, pero que indirectamente hablaba de Vietnam. En ese film y en los que le siguieron de inmediato (El volar es para los pájaros, Del mismo barro, Un adiós peligroso), Altman insistiría con una visión inconformista y una exploración de las posibilidades del lenguaje cinematográfico que lo conducirían a los ejercicios casi experimentales de Imágenes y Tres mujeres. También reiteraría una predilección por los cuadros corales, a menudo satíricos, con muchos personajes en torno a un lugar y una circunstancia significativa (Nashville y Un día de bodas pueden ser los dos mejores ejemplos). Sin embargo, varios fracasos comerciales (y también artísticos) afectarían seriamente su carrera. Títulos como Buffalo Bill y los indios, Una pareja perfecta o Quinteto solo respondieron tibiamente en taquilla, y la crítica tampoco se mostró demasiado entusiasta. A cierta altura, Altman pudo encontrarse en la disyuntiva de hacer Popeye o nada, y el resultado tampoco conformó.
Durante toda la década del ochenta se lo vio prácticamente marginado de Hollywood, trabajando para la televisión o filmando puestas en escena teatrales en las que seguía habiendo, sin embargo, rasgos de inquietud (Come Back to the Five and Dime, Jimmy Dean, Jimmy Dean; Extraña pasión; la remake de El motín del Caine). El interés despertado por su Vincent & Theo, filmado en Europa, le permitió el retorno a Hollywood: lo hizo con la inteligente, sarcástica, casi perversa Las reglas del juego (que era un desquite contra Hollywood), a la que siguieron los cuadros colectivos de Ciudad de Ángeles, Prêt-à-porter y La fortuna de Cookie, el más convencional policial Hasta que la muerte los separe o la crónica de una puesta en escena de un ballet de The Company. Siguió trabajando hasta el final: su último film, Noches mágicas de radio, mantuvo muy en alto la postura inconformista que fuera uno de sus rasgos más reconocibles.

Extraña pasión

DIR: Robert Altman / 108 min.

Estados Unidos 1985.

Las reglas del juego

DIR: Robert Altman / 121 min.

Estados Unidos 1982.

Ciudad de Ángeles

DIR: Robert Altman / 188 min.

Estados Unidos 1993.

Pret-a-porter

DIR: Robert Altman / 132 min.

Estados Unidos, Francia 1994.

Hasta que la muerte nos separe

DIR: Robert Altman / 115 min.

Estados Unidos 1997.

Afterglow

DIR: Alan Rudolph / 114 min.

Estados Unidos 1997.

La fortuna de cookie

DIR: Robert Altman / 118 min.

Estados Unidos 1999.

Gosford park

DIR: Robert Altman / 137 min.

Estados Unidos, Alemania 2001.

Noches mágicas de radio

DIR: Robert Altman / 105 min.

Estados Unidos 2006.

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