La vida de la pequeña Amanda, siete años (Isaura Multtrier) se desarrolla tranquila y feliz. Su madre, traductora y maestra de inglés, y su algo irresponsable tío Vincent se ocupan de ella (no hay padre a la vista). Y de pronto una tragedia sacude su vida.
A partir de ahí se desarrolla el verdadero tema del film: la necesidad de superar una tragedia, la recomposición de la vida de los sobrevivientes, la asunción de nuevas responsabilidades, el volver a colocar en su sitio los afectos. La película se convierte en la minuciosa descripción de pequeños momentos que intentan volver a unir lo que se ha roto,cambiando brusca y definitivamente la vida. Nadie puede ni vuelve a ser el mismo.
La primera de las virtudes del film proviene de un sólido guión (del propio director Hers y Maud Ameline), que proporciona una estructura que sostiene una avalancha de sentimientos encontrados narrados a partir de la necesidad de reconstruir la vida cotidiana, la necesidad de madurar aceleradamente, de asumir la realidad aunque lo cambios sean dolorosos. de buscar y reunir a la familia como apoyo de la estructura social. La segunda es la forma en que la película es capaz de transmitir el espectador esos sentimientos a través de pequeños gestos, una palabra, una sonrisa, una lagrima, una canción que suena, el reencuentro con alguien lejano que hace mucho que no se ve, un recuerdo que aparece. La actuación de la niña IsaureMultrier es fundamental en la transmisión de esos sentimientos que a veces se esconden para ocultar la tristeza (el actor Vincent Lacoste es otro de los puntales del film). La película guarda en todo momento un gran equilibrio narrativo, pero ante todo destaca al mostrar sutilmente lo que está oculto en el alma y es invisible a los ojos.