Alguien ha señalado ya que las relaciones familiares constituyen el leitmotiv de la directora alemana Caroline Link (quien obtuvo en 2001 el Oscar a la mejor película de habla no inglesa por En un lugar de África), y, a la altura de su sexto largometraje, vuelve a los temas de la familia, los niños y su infancia, y sobre todo las relaciones entre padres e hijos.

La familia en cuestión en este caso es la del famoso actor, presentador y cómico alemán de ascendencia holandesa Hape Kerkeling, basada en las memorias de ese hombre publicadas en 2014.

Aunque parezca un estereotipo, la biografía de Kerkeling cumplió con aquello del “payaso triste”, que hace reír a los demás mientras su vida está llena de drama. La acción se ubica en la República Federal de los años 60 y 70 donde transcurrieron la niñez y juventud del personaje, marcada por experiencias dolorosas y traumáticas. Su madre sufría episodios de depresión profunda y lo más difícil era hacerla sonreír, mientras que con su abuela mantuvo una relación muy especial. Tras un trágico episodio de su infancia, cuando él apenas tenía ocho años de edad, Kerkeling se propuso hacer reír a todo el mundo, y desde bien joven intentó entretener a sus compañeros con divertidas parodias. Una manera de entender el film es verlo como el conmovedor retrato de un niño que consigue vencer al desconcierto emocional que lo rodea, a lo retrógrado de su pueblo natal, al despertar de una cierta ambigüedad sexual, al maltrato por parte de sus compañeros de colegio, toda una cadena de desdichas que combate con su malicia y con un innato sentido del humor, que será la herramienta para vencer todos los pesares. Pero es también la crónica de la curiosidad que tienen los pequeños. y cómo son capaces se sobreponerse a las situaciones adversas que ocurren a su alrededor. El papel del niño está interpretado con un gran desparpajo por Julius Weckauf. El resto de actores también están a un buen nivel, sobre todo la abuela paterna, que se tendrá que hacer cargo de su nieto.