¿Un slasher a la uruguaya? ¿O más estrictamente rioplatense, ya que se trata estrictamente de una coproducción con argentina? En fin. Son los años noventa (más estrictamente 1992), y en el montevideano cine 18 de Julio, más tarde Cinemateca 18, se exhibe una imaginaria película de terror italiana titulada La muerte jamás vista, que llama la atención de unos pocos cinéfilos. El período temporal elegido no parece casual: fue el de la agonía de las grandes salas, luego reemplazadas por los multicines, y también la época en que el público cinematográfico uruguayo descendió como nunca. Casi nadie iba al cine, y en particular ir al 18, con mala proyección, temperatura polar y poca gente era una experiencia más bien deprimente. Elegir además un film de horror italiano, que con la excepción de los de Mario Bava y alguno que otro de Dario Argento solían ser horribles, requería además una particular especie de cinefilia.

El guión de la película empeora sin embargo la situación. La tormentosa noche en la que transcurre la acción falta el proyeccionista habitual, quien le pide a su hija que lo reemplace por esa sola vez. Lo que la joven no sabe es que en la tardía función también hay una figura con un plan malvado: asesinar a todos los espectadores. Es posible que el director Contenti y su guionista Manuel Facal hayan recordado mientras pensaban su film a Demonios (1985) de Lamberto Bava, hijo del gran Mario, no estrenada comercialmente en Montevideo hasta un tardío y casi secreto estreno en el Pocitos en 2015, pero allí estaba ya una parte de su tema: personajes que quedaban atrapados en un cine, a merced de un peligro inimaginable (incidentalmente, uno de los guionistas era el propio Dario Argento). Admitámoslo: en Bava chico, la amenaza era directamente sobrenatural (zombie). En Al morir la matinée, el peligro lo proporciona uno de esos asesinos indetenibles como el Jason de Viernes 13 o el Mike Myers de Halloween.

“Es una película de terror puritana por un lado, con un amor declarado al cine y una añoranza a la experiencia de ir a ver películas poco populares”, sostiene el director Contenti, que nació en 1984 en Montevideo, se interesó por el cine y se formó en un primer momento de manera autodidacta haciendo videos con amigos. A partir de los 13 años realizó cursos en diferentes áreas cinematográficas y en animación. Egresó de la ECU (Escuela de Cine del Uruguay) y participó becado en varios talleres intensivos, como el Berlinale Talent Campus de Alemania y el Film Program del Festival de Cannes, Francia. Ha realizado numerosos cortometrajes, y un largometraje independiente, seleccionados y galardonados en festivales internacionales. En el 2008 expuso individualmente varios de sus trabajos audiovisuales en el Museo Nacional de Artes Visuales (MNAV). Fue seleccionado en Holanda para participar en el Binger Filmlab 2011-2012 (binger.nl) donde desarrolló su proyecto de largometraje Sales de Plata. En el 2013 funda su productora Yukoh Films y trabaja como director freelance para publicidad y televisión en Uruguay e internacionalmente.

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