Documental biográfico de la mítica Chavela Vargas, con valioso material de archivo, entrevistas inéditas y los infaltables testimonios de quienes la conocieron o fueron influenciados por su obra.

Isabel Vargas Lizano, que luego será conocida como Chavela Vargas no necesita presentación, pero recordemos que nació en Costa Rica y no en México, adonde se marchó a los 17 años. Chavela incursionó en la canción ranchera, que interpretaba con un estilo peculiar, sola, acompañada apenas con una guitarra y emulando la forma de cantar de un hombre a menudo ebrio, bajando el ritmo de las melodías. De este modo, sus canciones sonaban trágicas y desgarradas, dando un giro a un género que suele ser más festivo y humorístico. Apadrinada por el también cantor de rancheras José Alfredo Jiménez, de quien Chavela era compañera de parrandas, fue un personaje controversial: se vestía de hombre, fumaba, bebía mucho y llevaba pistola.

A finales de los años cincuenta empezó a hacerse conocida en algunos círculos artísticos, en parte gracias a sus actuaciones en Acapulco, meca del turismo internacional. Allí actuaba en la sala Champagne Room del restaurante La Perla y llegó a actuar en eventos como en la fiesta nupcial de Elizabeth Taylor. Después de allí todo es historia: sus actuaciones, sus discos, giras y viajes. Su fama internacional, y también sus luchas y sufrimiento a raíz de su identidad sexual, su desaparición de la esfera pública a raíz de su alcoholismo y su resurgimiento en los años ‘90 gracias a la ayuda de Liliana Felipe y Jesusa Rodríguez.

Chavela, que estuvo presente en la sección Panorama del Festival de Berlín, además del Festival de Málaga y Guadalajara gira en torno a un registro documental fundamental. Allí, una Chavela Vargas de 71 años habla frente a la cámara de Catherine Gund, revive el pasado y sus excesos, sin arrepentimiento. Allí desnuda su dolor al rememorar cómo la palabra “lesbiana” fue usada en su tiempo para menospreciarla, habla de las mujeres a las que amó y de su alcoholismo. Es una conversación, sin embargo, grabada accidentalmente pero que abre la puerta al mundo íntimo de Chavela Vargas justo en una etapa clave: cuando estaba cantando sobria por primera vez en su vida y hacía un imprevisto retorno a los escenarios que iniciaría, increíblemente, otros 20 de carrera exitosa.