Estados Unidos, 2019
Dirección: Greta Gerwig
Guión: Greta Gerwig, sobre novela de Louisa May Alcott. Fotografìa: Yorick Le Saux. Música: Alexandre Desplat. Producción: Columbia Pictures / Sony Pictures Entertainment (SPE) / New Regency Pictures / Pascal Pictures / Regency Enterprises. Elenco: Saoirse Ronan, Timothée Chalamet, Emma Watson, Florence Pugh, Eliza Scanlen, Laura Dern, Meryl Streep, James Norton, Louis Garrel, Bob Odenkirk, Chris Cooper, Tracy Letts, Abby Quinn, Sasha Frolova, Jamie Ghazarian, Hadley Robinson, Ken Holmes, David Arthur Sousa, Jayne Houdyshell, Jen Nikolaisen.
Duración: 135 minutos
Esta es por lo menos la decimoctava adaptación al cine o la televisión de la clásica novela de Louise May Alcott, publicada por vez primera en 1868 (incluyendo varias versiones animadas, entre ellas una japonesa), y solo quienes nunca leyeron el libro y no conocen ninguna de esas traslaciones previas pueden sostener que se trata de la primera lectura feminista del asunto: Louise May Alcott era ya una feminista (o una protofeminista) antes de que el feminismo de la cuarta ola propiciara esta nueva encarnación.
La directora y guionista Greta Gerwig había llamado la atención con su anterior Ladybird, y aquí confirma un talento cierto y múltiple. Su historia avanza porque lo hacen sus personajes, que están realmente muy bien escritos, en especial las hermanas March, que completan adecuadamente sus respectivos arcos de evolución. Rompiendo con el orden cronológico sin tornarse entreverada, la historia se desarrolla en dos tiempos: el pasado (principalmente a través de los recuerdos de la protagonista Jo) y el presente de las hermanas. Y no por ello resulta confuso, lo cual también es reseñable. Se trata de un viaje de autodescubrimiento en el que los personajes se topan con dificultades a las que han de enfrentarse, dejando cosas por el camino y superando algunas de sus ideas preconcebidas.
En definitiva, madurando. Y en ese proceso de maduración, esa construcción de varios arcos dramáticos juega un papel fundamental la interpretación. El elenco es en general excelente, pero el punto más alto es sin ninguna duda Saoirse Ronan, una formidable Jo que compite sin reparos con la memorable Katharine Hepburn que encarnó el mismo papel en la versión de George Cukor (1933), probablemente la mejor hasta la fecha. Además de Ronan, destacan Florence Pugh, Timothée Chalamet y las veteranas (en estas lides) Meryl Streep y Laura Dern, que aportan el necesario contrapeso a las perspectivas de las jóvenes en esta película. Pero aparte del personaje de Jo (que es ciertamente un gran personaje, uno de esos que parecen fabricados para lucimiento de una actriz) vale la pena llamar la atención sobre la evolución de su hermana Amy, la que más cambia, la que mejor cumple con las expectativas del rol de su género sin necesidad de tener que obligarse a nada ni tener que traicionar sus sentimientos al decidir casarse, y la que mejor reconvierte su relación con Jo, dejando atrás la malsana competitividad y anteponiendo el necesario apoyo entre hermanas después de haber pasado por una tragedia. Por ahí
está circulando la tontería de que Ladybird era una película indie y ésta es en cambio una película comercial, lo que al parecer constituiría un antivalor. No hay que hacerle caso a esas cosas. Las películas no se dividen en indies o artísticas por un lado, y comerciales y desechables por
otro. Se dividen en buenas y malas. Y esta es buena.