Estados Unidos, 2019
Dirección: J. J. Abrams
Guión: J.J. Abrams, Chris Terrio, sobre personajes creados por George Lucas e historia de Chris Terrio, J.J. Abrams, Colin Trevorrow y Derek Connolly. Fotografía: Daniel Mindel. Música: John Williams. Prooducción: Lucasfilm/Bad Robot/Walt Disney Pictures. Elenco: Daisy Ridley, Adam Driver, John Boyega, Oscar Isaac, Kelly Marie Tran, Joonas Suotamo, Domhnall Gleeson, Ian McDiarmid, Carrie Fisher, Anthony Daniels, Keri Russell, Billie Lourd, Lupita Nyong'o, Billy Dee Williams, Naomi Ackie, Richard E. Grant, Dominic Monaghan, Freddie Prinze Jr., Greg Grunberg, Jimmy Vee, Denis Lawson.
Duración: 141 minutos
Hace 42 años George Lucas, quien se había hecho de un pequeño nombre con THX 1138 y especialmente con American Grafitti, saltó a la real notoriedad con La guerra de las galaxias. Ese mismo año, Steven Spielberg, con quien Lucas trabajaría después en la saga de Indiana Jones, estrenaba Encuentros cercanos del tercer tipo. Fueron las dos películas más taquilleras de ese año, y con ellas terminó de morir un Hollywood (el que durante la década previa mostrara dosis de inconformismo y contracultura) y asomó otro: el de los blockbusters poblados de efectos especiales. Todavía sigue.
Si la película de Spielberg, que es una de sus mejores, no tuvo una continuidad directa, con La guerra de las galaxias ocurrió algo muy distinto. Lucas anunció muy pronto que su película era la primera de una saga que estaría conformada por tres trilogías, y más estrictamente que constituía la primera entrega de la que cronológicamente sería la segunda trilogía, que se completó con la excelente El imperio contraataca (1980) que no dirigió Lucas sino el más veterano Irvin Kershner, y El regreso del Jedi (1983), que dirigió Richard Marquand. Las películas de las dos trilogías restantes se desarrollarían, respectivamente, antes y después de ese bloque central.
Aquella Guerra inicial que actualizaba con tecnología de lo que entonces era última generación el espíritu de las viejas seriales de Flash Gordon y Buck Rogers de los años treinta (más elementos tomados de otras fuentes, como la saga arturiana y La fortaleza escondida de Kurosawa) dio origen a una franquicia multimillonaria que se extendió hasta spin offs de televisión (dos aventuras de los Ewoks), dibujos animados, venta de merchandising, clubes de fans en todo el mundo y numerosas imitaciones. Pero Lucas no abandonó su intención del principio, y finalmente en 1999 volvió a sentarse en el sillón del director para iniciar la segunda trilogía, que transcurría antes que la primera y explicaba de dónde habían salido los personajes que conociéramos en ella. El paquete incluyó entonces Star Wars I: la amenaza fantasma (1999), Star Wars II: el ataque de los clones (2002) y Star Wars III: la venganza de los Sith (2005).
Para entonces, Lucas tenía todavía el control de la franquicia. Dejó de tenerlo cuando Disney compró Lucasfilm, y resolvió hacer la tercera trilogía desviándose de la visión original de su creador. El punto ha dividido a los fans, y las nuevas películas (Star Wars: el despertar de la fuerza, 2015; Star Wars: los últimos Jedi, 2019) tienen sus admiradores y sus detractores (estos últimos cuestionan sobre todo el insistido ángulo de “empoderamiento femenino” que las anima). De todos modos, Disney ha explotado a fondo la franquicia, extendiéndola hasta otros dos spin offs (Rogue One, 2016; Han Solo, 2018) que funcionan como historias individuales ubicadas en el universo lucasiano.
Ahora llega el final “oficial” de la última trilogía. Un año después de los eventos de Los últimos Jedi, los restos de la Resistencia se enfrentarán una vez más a la Primera Orden, involucrando conflictos del pasado y del presente. Mientras tanto, el antiguo conflicto entre los Jedi y los Sith llegará a su clímax, lo que llevará a la saga de los Skywalker a un final definitivo. Al frente del proyecto está nuevamente J.J. Abrams, quien dirigiera El despertar de la fuerza y que también estuvo vinculado a dos de los últimos Star Trek cinematográficos. El resultado tiene acción, efectos especiales, y la dosis de nostalgia que inevitablemente va a despertar en toda una legión de fanáticos. ¿Termina realmente un ciclo, ¿o la taquilla decidirá otra cosa?