Turquía, Macedonia, Francia, Alemania, Bosnia y Herzegovina, Bulgaria, Suecia, 2018
Dirección: Nuri Bilge Ceylan
Guión: Nuri Bilge Ceylan, Akin Aksu, Ebru Ceylan. Fotografía: Gökhan Tiryaki. Producción: Memento Films Production/ Zeynofilm/Detailfilm/Film I Väst/RFF International/Sister and Brother Mitevski. Elenco: Dogu Demirkol, Murat Cemcir, Hazar Ergüçlü, Bennu Yildirimlar, Serkan Keskin, Tamer Levent, Öner Erkan, Ahmet Rifat Sungar, Akin Aksu, Kubilay Tunçer, Ercüment Balakoglu, Kadir Çermik, Özay Fecht, Sencar Sagdic, Asena Keskinci.
Duración: 188 minutos
Alguien ha dicho ya que el plano de esta película parece el resultado de un diálogo entre el español Víctor Erice y el iraní Abbas Kiarostami, dos poetas del cine. El mar, reflejos, el tumulto interno y exterior; el oleaje, el graznido de las gaviotas, el grito existencial de un joven turco. La honda sensación de poesía visual se prolonga a lo largo del film en la parquedad del comentario musical: la passacaglia de Bach-Stokowski en do menor es el único fragmento de música utilizado por el director Ceylan, y, como en Bresson, la imagen se transforma y sublima.
La película narra la historia de un joven que regresa a casa después de graduarse, pero apenas llegado a su pueblo se topa con una realidad de la que había escapado: vive endeudado y entregado a las apuestas. Tampoco mantiene una relación ideal con su madre ni con su hermana menor. En un pueblo pequeño sin demasiadas oportunidades, el protagonista busca aprobar un examen para conseguir una plaza como maestro y evitar terminar como policía. Pero lo que le motiva más es conseguir publicar su primer libro y con el manuscrito listo, acude con las autoridades locales para buscar algún apoyo.
Desde el arranque, el título contiene una metáfora: el peral salvaje es un árbol que da frutos imperfectos, con sabor demasiado amargo, pero con los que se pueden preparar platos deliciosos. En la película, el peral es el padre, marginado por sus vecinos por deberle dinero a todo el pueblo y por embarcarse en una odisea quijotesca: cavar un pozo en un terreno sin acuíferos. El director Ceylan (Lejano, Nubes de mayo, Climas, Tres monos) se toma su tiempo, arma cada una de las escenas con largas conversaciones entre su personaje central y los miembros de su familia y los amigos del pueblo. Analiza la situación familiar, la relación personal del protagonista con sus parientes, con las autoridades religiosas del pueblo, con un escritor de éxito y hasta con una antigua novia. Dos imames discuten acerca de la posibilidad del cambio en el islam (un debate que podría plantearse de igual modo con el cristianismo) y, de pronto, la conversación deriva en un caudal que adquiere resonancias de Pascal y Dostoievski. ¿Preferiríamos vivir en un mundo en el que existe Dios o en uno en el que Dios no exista? Hasta en el más descreído, esa interrogante se prolonga tras el final de la película.