Estados Unidos, 2018
Dirección: Damien Chazelle
Guión: Nicole Perlman, Josh Singer, sobre libro de James R. Hansen. Fotografía: Linus Sandgren. Música: Justin Hurwitz. Producción: Universal Pictures/ DreamWorks SKG/Temple Hill Entertainment/Perfect World Pictures. Elenco: Ryan Gosling, Jason Clarke, Claire Foy, Kyle Chandler, Corey Stoll, Patrick Fugit,Lukas Haas, Pablo Schreiber, Brian d'Arcy James, Ciarán Hinds, Aurelien Gaya,Ethan Embry, Shea Whigham, Christopher Abbott, Cory Michael Smith, Brady Smith, Perla Middleton, J.D. Evermore.
Duración: 141 minutos
Esta crónica del primer viaje a la Luna es al mismo tiempo un biopic de Neil Armstrong (Ryan Gosling), el astronauta que pisó por vez primera nuestro satélite. Y el primer mérito que corresponde poner en el haber del joven director Damien Chazelle, quien antes hiciera la interesante Whiplash y el célebre cazabobos La La Land, consiste en su negativa a jugar a la gran épica, al triunfalismo sin medida que su tema habilitaba.
En cambio, Chazelle juega más bien a un tono intimista, que si por un lado apunta a las dificultades de preparación y entrenamiento para una empresa arriesgada, por otra no elude los matices de psicología y conducta de personajes que no son héroes de una sola pieza, que padecen irritaciones y miedos, que comprometen a veces la felicidad familiar en nombre de la misión. Esa zona del film cuenta con el respaldo de un par de intérpretes de real peso: Ryan Gosling es un interesante Armstrong (introvertido, angustiado, de pocas palabras), Claire Foy como su esposa que combina encanto con preocupación y algún ocasional estallido. La actriz se roba cada escena en la que aparece. Es una lástima que la película no le proporcione más papel.
El primer hombre en la luna puede decepcionar a quienes esperen una suerte de Guerra de las Galaxias con personajes reales: no se juega al espectacular despliegue de sus ganadores del Oscar efectos especiales, y prefiere un registro casi documental, con una cámara muy móvil que sigue a los personajes de cerca, creando a veces una sensación de claustrofobia que debe parecerse bastante a lo que experimentan los astronautas en una cápsula, un simulador o una cámara de compresión. La conquista del espacio va a hacerse desde cajones de lata que parecen contenedores, no desde el Halcón Milenario de Han Solo. Mientras no se produzca (y falta mucho: la humanidad solo se ha alejado solamente un segundo luz de su planeta) habrá que conformarse con películas como ésta, que trata dignamente su tema y merecía un éxito de público más grande del que tuvo. A los héroes reales les cuesta competir con los de Marvel y DC.