Básicamente esta es una variante de la historia del patito feo, con gaviotas en lugar de patos y algunas diferencias visibles en la anécdota. Manou es una feliz golondrina que crece creyendo que es una gaviota. A lo largo de su vida se ha esforzado mucho más que las demás aves, tratando de aprender las costumbres y los vuelos fantásticos de las gaviotas, siempre en la preparación del viaje tradicional que la parvada debe realizar. Sin embargo, para el resto de las aves, la golondrina es una curiosidad, pero también un invasor, un ave que no pertenece a ese lugar, mucho menos es digna de aprender sus tradiciones. Aunque su familia lo defiende, poco pueden hacer cuando una noche comparte alimento con una pequeña rata hambrienta, y la comunidad decide expulsarlo. Manou conoce a un grupo de golondrinas, con características físicas similares a las suyas, pero con un conjunto de rutinas y tradiciones muy diferentes a las que acostumbraba. Adaptándose a esta nueva vida, con sus nuevos amigos, descubre también un terrible peligro para su familia de gaviotas, por lo que deberá volver, a pesar del rechazo, para intentar salvarlos.

Con un ritmo considerablemente ágil, la película ensaya diferentes tipos de comedia infantil, a la vez que humaniza a los animales y los convierte en portadores de varios mensajes impregnados de corrección política: autoconfianza, auto aceptación, valoración del trabajo en equipo, en algún momento el bullying.

La animación exhibe una considerable calidad que puede llamar la atención de quienes ignoran que Alemania tiene una no muy abundante pero significativa tradición en el rubro, y que en partículas los estudios LUXX de Stuttgart (coproductores de esta película) están demostrando que se pueden hacer cosas de calidad en dicho país. Corresponde destacar particularmente los hermosos fondos del sur de Francia que el film exhibe, casi fotorrealistas y probablemente más logradas que las aves que la película instala sobre ellos.