Pocos elementos le alcanzan al director debutante Gustav Möller para armar una historia que mantiene al espectador al borde del asiento. Filmada enteramente en dos escenarios que suponen ser la sede del centro de atención de emergencias de la policía, uno de sus oficiales, que ha sido temporalmente apartado del servicio activo, se presta con poco entusiasmo a cumplir con un servicio rutinario. Se considera, probablemente con razón, más capacitado de lo que requiere el trabajo que le han asignado.

La llamada de una mujer con un mensaje enigmático, sacude empero al personaje, y lo que sigue es un thriller sorprendente. Las conversaciones que va enlazando el protagonista en la búsqueda de soluciones a un complejo rompecabezas, reflejan angustia e incertidumbre ante acontecimientos terribles, y el empeño del policía por responsabilizarse de la suerte de la desesperada desconocida del teléfono. La propuesta implica un verdadero tour de force del excelente protagonista Jakob Cedergren, cuyo rostro ocupa casi permanentemente la pantalla.

La película comunica parte de la historia pero deja que sean los espectadores los encargados de dar forma a los personajes y escenas que únicamente se oyen.

Mantener la atención del público con conversaciones en las que únicamente se ve a uno de los personajes no es tarea fácil, y por eso el director Möller no deja que todo el peso de la trama recaiga sobre quienes no aparecen en pantalla. El agente Interpretado por Cedergren también tiene una historia que contar.

La película es un perfecto ejemplo de lo mucho que puede hacerse con un presupuesto reducido, un guión trabajado y una sólida interpretación. El resultado es un es un thriller intenso para espectadores pensantes, que deben hacer un esfuerzo por imaginar lo que está ocurriendo al otro lado del teléfono. Los escandinavos siguen demostrando que es posible que una intriga bien elaborada no necesita de persecuciones y cosas que explotan para que el espectador acepte que está ocurriendo algo en la película.