Adaptación de la novela estadounidense Faith Bass Darling’s Last Garage Sale de Lynda Rutledge que nos ubica en Verderonne, un pequeño pueblo de Oise, próximo a París. Allí, en la primera jornada del verano, Claire Darling despierta con la convicción de que es su último día de vida, sale de su largo encierro, como de un sarcófago, y decide vaciar su casa, poner en almoneda sus caros objetos: lámparas de Tiffany a 1 euro, muebles, todo. Para poner coto a tan hermosa locura llega su hija –también en la vida real— Chiara Mastroianni a quien no ve desde hace 20 años. Todo queda en casa… o fuera de ella, en ese bazar de las sorpresas. La última locura de Claire nos llevará a conocer una vida tan trágica como resplandeciente.

Aficionada a los documentales, Julie Bertucelli explora, a través de esta tercera ficción luego de Otar est parti y L'arbre, la fuerza de los recuerdos y su capacidad para narrar una vida. Desplegando ese universo tan particular que es el suyo, va tejiendo una historia caprichosa que no deja de enturbiar las pistas entre pasado y presente, realismo y onirismo que genera una confusión agridulce, mezcla de extrañamiento y languidez.

El tema de la acumulación de objetos, como baluarte contra la muerte hubiera podido fácilmente dar como resultado una comedia alegre y divertida. La directora elige en cambio, un drama melancólico salpicado de notas humorísticas y llevada de maravillas por una Catherine Deneuve, al fin desprovista de sus aires de diva, que fascina.

Bertucelli elige los temas que la conmueven: las relaciones madre- hija, los objetos que invaden los hogares pero que son, al mismo tiempo, los testigos más fieles de una vida, los secretos de familia, la muerte, la memoria que nos construye y nos ahoga, mientras que el olvido es tristeza y liberación. El reencuentro entre los dos personajes, madre e hija -Deneuve y Mastroianni-, da lugar a una tierna reflexión sobre lo esencial de la vida.