En su momento críticos como Alsina Thevenet detectaron con perplejidad el carácter lúdico de este film, argumentando que la principal motivación de Ford parecía ser la de tomarse unos meses de vacaciones con sus amigos. Muchos años después Lee Marvin confirmó exactamente esa idea, cuando en una entrevista dijo que Ford no le quería mostrar el guión y ante su insistencia le dijo: "¿No te interesa llevar a tu familia de vacaciones a Hawaii por tres meses?" El resultado, desde luego, fue mucho más que eso: una comedia que contrasta los prejuicios de la más rancia aristocracia (las escenas en Boston, con un grupo de ancianxs casi momificadxs) con la belleza de una Polinesia seguramente imaginaria pero vital y multicultural, en la que todos sus habitantes parecen invitados a vivir un estado de eterna juventud. Es una de sus pocas películas planteadas totalmente en paso de comedia y ciertamente es la más luminosa de su última década creadora, llena de obras maestras más bien sombrías. Hay que verla en maravilloso Technicolor, como el de la copia en fílmico que exhibiremos en esta oportunidad.