España, Portugal, 2025
Dirección: Avelina Prat
Guion: Avelina Prat. Fotografía: Santiago Racaj. Música: Vincent Barriere. Producción: Distinto Films, Jaibo Films, O Som e a Fúria. Elenco: Manolo Solo, María de Medeiros, Branka Katic, Rita Cabaco, Xavi mira, Bianca Kovacs, Rui Morisson, Lisa Cruz, Ivan Barnev
Duración: 114 minutos
La desaparición de su mujer deja a Fernando, un tranquilo profesor de geografía, completamente devastado. Sin rumbo, suplanta la identidad de otro hombre como jardinero de una quinta portuguesa, donde establece una inesperada amistad con la dueña, apropiándose de una nueva vida, que no le pertenece.
La quinta en cuestión trasciende su función de escenario físico para convertirse en un símbolo: un refugio, un limbo entre lo que fue y lo que podría ser. Allí, Fernando se encuentra con Amalia (interpretada por María de Medeiros) que encarna otra forma de ser extranjero. Su encuentro enfrenta a ambos en un debate sobre el concepto de pertenencia, sugiriendo que no se trata de una cuestión de geografía (irónicamente Fernando es, como se ha señalado, profesor de geografía), sino de dónde uno se siente a gusto para ser uno mismo.
La directora Avelina Prat, a la altura de su segundo largometraje, sostiene su misterio sin alzar la voz. El vínculo entre Fernando y Amalia crece de forma orgánica, como las plantas que él cuida: con tiempo, respeto y silencios. Hay toda una sutileza en el arco de ese protagonista anodino que va encontrando su sitio en un pequeño oasis de empatía y calma. Durante gran parte de la película, Prat construye un universo formado únicamente por Manolo Solo, María de Medeiros, la cocinera de la casa, y tras una excelente elipsis, el hijo de ésta. Pero no hacen falta más personajes para transmitir un humanismo cautivador y de un encanto considerable.
Hay sitio para los interrogantes dentro de la película: María de Medeiros es una mujer que periódicamente abandona la casa por sorpresa durante días sin que se sepa el motivo de sus escapadas, e igualmente hay una tensión en torno al misterio que esconde Manolo Solo sobre su verdadera identidad. Pero eso no tapa la auténtica fortaleza de la película: esas historias contadas por los personajes desde el corazón, que respiran siempre una calidez reconfortante y que dan a la película una cotidianidad que sin saber muy bien por qué, nos atrapa.
El film, además, es visualmente magistral. La fotografía de Santiago Racaj es excelente, creando una atmósfera de belleza serena que parece abrazar a los personajes en su intento de sanar. La música de Vincent Barrier acompaña esta atmósfera sin invadirla, siempre al servicio del estado emocional.
Avelina Prat es una cineasta y arquitecta española, conocida por su debut como directora con el largometraje Vasil (2022) y, ahora, Una quinta portuguesa. Antes de dirigir, trabajó extensamente como script en más de 30 películas para directores como David Trueba y Cesc Gay, y dirigió cortometrajes premiados como 208 palabras y 3/015. Su cine se caracteriza por historias a escala humana, elegancia y un estilo pausado, a menudo centrado en personajes que encuentran un nuevo hogar o propósito en la vida.