foto Todas las mañanas del mundo

Todas las mañanas del mundo

Tous les matins du monde

Francia, 1991

Dirección: Alain Corneau

Con Gérard Depardieu, Jean-Pierre Marielle, Anne Brochet, Caroline Sihol.

Duración: 115 minutos

Basada en un hecho real.
Podría hablar de la reconstrucción de una época ( Siglo XIII), vestuarios y locaciones de la Francia profunda y la luz que se filtra entre los árboles y la transparencia de un río que a veces es tempestuoso, sin embargo tras la belleza que se impone y se deja contemplar, la película es en definitiva para mí un regalo para el espíritu y un golpe a mi conciencia.
Las acechanzas del poder de la realeza y la resistencia a ultranza de un artista creador que se niega a formar parte de la Corte y elige la clausura para desafiar la vida y la muerte; y tiene como armas el arte y el olvido de sí mismo. Y para su vergüenza la imposibilidad de volver amar.
La relación tempestuosa y a veces cruel entre un maestro y su discípulo se instala en un duelo
donde la lealtad y la traición conviven y se resuelven entre instrumentos de cuerdas, golpes del arco, ritmos, tiempos y escalas.
Excelentes actuaciones, donde la sensualidad importa y que son potenciadas por el manierismo, el costumbrismo de una época que se despliega en la manera de manejar los utensilios, beber, comer, gozar.
Uno recibe todas las sensaciones del mundo, pero por sobre todo uno es consciente de lo inasible: la música. Jorge Luis Borges viene ahora a mi auxilio con su “Oda a Brahms” porque aquí siento que las palabras sobran, y yo parafraseándolo ahora mismo me siento un intruso:

“........Mi servidumbre es la palabra impura,
vástago de un concepto y de un sonido;
ni símbolo, ni espejo, ni gemido,
tuyo es el río que huye y que perdura....”

LVB

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