Un vibrante viaje musical que se pregunta cómo la canción El pueblo unido jamás será vencido, compuesta hace 50 años en Chile, ha sido reconocida e interpretada en las más diversas latitudes. Con materiales de archivo inéditos, testimonios, música, grabaciones sonoras y pasajes experimentales, reconoce el poder de las canciones y la búsqueda de transformaciones sociales por parte de diversos movimientos. Sobre la base de una investigación en profundidad y con testimonios de músicos y músicas de Chile, Portugal, Francia, Alemania, Finlandia y Japón, se adentra en los distintos usos y significados que este himno ha alcanzado alrededor del mundo.

El tema musical compuesto por Sergio Ortega, fue presentado por Quilapayún por primera vez en 1973, durante una manifestación de mujeres en contra de la guerra civil. Luego se transformó en un himno de lucha durante el gobierno de la Unidad Popular, siendo interpretaba en marchas, concentraciones y actos culturales. Desde ese entonces, la composición se ha utilizado en distintas movilizaciones sociales, no sólo en Chile, sino que también en el extranjero, Uruguay incluido.
El director Farías sostiene que el perdurable éxito de la canción tiene que ver con su forma. “Es parte de las búsquedas que había en esos años en Chile de los músicos de la nueva canción chilena y músicos de la tradición escrita, músicos doctos, de vincular estos dos mundos”, dice.

Farías añade: “Lo principal es pensar que la música no es un acompañamiento de los procesos políticos, ni de los procesos sociales, sino que las personas hacen política con la música. La música no funciona como un decorado, o como un acompañamiento de lo que está ocurriendo, las personas hacen política desde lo musical, por eso este tipo de canciones son tan importantes, y a cada cierto tiempo vuelven a aparecer”.
Con ese punto de partida, el documental registra la experiencia de diversos artistas con la canción, como la finlandesa Agit-Prop, la francesa Fanfare Invisible, el portugués Luis Cilia o Quilapayún, y bandas nuevas como los japoneses Jinta-la-mvta, que la interpretan en el contexto de las protestas contra las centrales nucleares luego del accidente de Fukushima en 2011, o la Banda Dignidad, que la sacó nuevamente a la calle durante el estallido social de 2019 en Chile. En ese sentido, el director señaló que “ese arraigo que tiene la canción con los movimientos sociales y con los movimientos políticos, la hace también bastante especial en relación a muchas canciones políticas o que nos hablan de la contingencia”.Con cincuenta años cumplidos, la canción ha entrado en la historia y esta película trata de entender porqué.