Reino Unido, Francia, 2023
Dirección: Ken Loach
Guión: Paul Laverty. Fotografía: Robbie Ryan. Música: George Fenton. Producción: Sixteen Films , Why Not Productions. Elenco: Dave Turner, Ebla Mari, Debbie Honeywood, Andy Dawson, Trevor Fox.
Duración: 110 minutos
El veterano cineasta británico Ken Loach sigue firme en su estilo y convicciones. En este film regresa a una de sus modalidades favoritas: mostrar ese determinismo social al que se ve abocada gran parte de la clase trabajadora, en este caso conviviendo o no con esas gentes condenadas por las terribles guerras de sus países (en este caso Siria) a caer en la pobreza y la desubicación.
Es igualmente característica de Loach la empatía hacia los perdedores, el empeño en rescatar los restos de humanidad que sobreviven (no siempre) en miembros de una clase social derrotada y humillada. La combinación de este humanismo solidario con las terribles biografías de los personajes constituye la esencia de la filmografía de Loach, y reaparece aquí, con una mezcla de melancólico humanismo y narración objetiva de vidas destrozadas por un sistema depredador. Hay una cuota de desencanto en su reivindicación de valores que presuntamente fueron alguna vez los de la clase obrera y que ahora sólo forman parte de la ética de algunos individuos en vías de extinción: con un último gesto de nobleza (y acaso con la convicción de la derrota), Loach se aferra a sentimientos que perviven en miembros individuales de una clase vencida. La revolución se suspendió hasta nuevo aviso, pero la decencia sigue siendo un valor a defender (de ahí que el cine de Loach siga siendo convincente incluso para quienes no comparten su trasnochado trotskismo: sus personajes resultan seres humanos entrañables). Un ejemplo: la amistad que se rompe cuando se rompen los valores que ponen en juego la dignidad humana.
El aire de “falso documental” que Loach cultiva ayuda a esa convicción: no manipula al espectador con efectos sentimentales sino que acompaña a los personajes con su carga de humanidad, sentimientos y contradicciones (no faltan apuntes a un del proletariado lumpen, xenófobo, posiblemente potencial votante de la ultraderecha). Forma parte también de la esencia de este gran cineasta conseguir que veamos las escenas como las podríamos estar viendo en cualquier rincón o casa de nuestros pueblos, la esencia de querer contar la verdad. En este sentido ese sentimentalismo no busca jamás la manipulación del espectador, sino llegar a la profunda nostalgia de lo que se pierde o ya está perdido, el ser humano.
Por supuesto con Loach uno se pondría a discutir a los cinco minutos de sentarse con él en una mesa de café, pero sería una discusión estimulante.