Esta es una inclusión engañosa dentro del ciclo porque responde demasiado literalmente a la premisa “cine dentro del cine”: se trata de un film que tiene otros films en su interior. Fue el resultado de una colaboración milagrosa, provocada por los exilios de la Guerra Mundial, entre artistas de vanguardia europeos y norteamericanos, y en ese sentido puede pensarse como el eslabón perdido entre las propuestas pioneras de Viking Eggeling y las de la Cooperativa de Cineastas impulsada por Jonas Mekas. El realizador Richter no sólo reunió un grupo de artistas visuales de altísimo nivel (Alexander Calder, Marcel Duchamp, Max Ernst, Fernand Léger, Man Ray y el propio Richter) sino también a sus equivalentes en la música (Louis Applebaum, Paul Bowles, John Cage, David Diamond y Dariud Milhaud). Respaldando económicamente el proyecto aparece el nombre de Kenneth MacPherson, hoy olvidado pero responsable de la extraordinaria revista de cine Close Up, que se anticipó en muchos conceptos y en algunas décadas a los postulados luego popularizados en la cinefilia por Cahiers du Cinéma. Se exhibe en inglés, sin subtítulos, pero no es este un film en el que importe mucho la palabra, claramente.