Una playa en la Bretaña francesa. El sonido de las olas se mezcla con el graznido de las gaviotas. Romy Schneider está allí sentada, apartada pero inconfundible. La actriz más famosa de Europa descansa en un hotel de lujo en Quiberon, donde concederá su última entrevista a dos periodistas del magazine Stern. La película, estrenada en la Sección Oficial de la Berlinale, explora el intenso encuentro de tres días entre la actriz, el periodista Michael Jürgs, el fotógrafo Robert Lebeck y una amiga de la infancia que trata de proteger a Romy tanto de las preguntas indiscretas como de ella misma.
Emily Atef nos deleita con un elegante drama cuidadosamente elaborado y presentado en un pulcro blanco y negro que recuerda a la estética de las icónicas fotografías que Lebeck realizó aquellos días. El lugar de la legendaria actriz lo ocupa esta vez una magnífica Marie Bäumer, quien logra materializar con delicadeza la fragilidad de una estrella que accede a conceder una entrevista durante su estancia en una clínica de rehabilitación. Atef aprovecha esta circunstancia para encarrilar la película hacia una interesante reflexión sobre la ética periodística, confiriéndole una dimensión psicológica más compleja.