Cuando un niño empieza a comportarse de forma extraña, su madre siente que algo va mal e irrumpe en la escuela exigiendo saber qué está pasando. Pero a medida que la historia se desarrolla a través de los ojos de la madre, el profesor y el niño, la verdad va saliendo a la luz, poco a poco.
La película es una intrigante mezcla de tres relatos entrelazados que brindan al espectador múltiples perspectivas de una misma verdad. El primero es el espacio de la madre, que siente cómo su hijo es víctima del maltrato por parte del profesor. El segundo es la versión del profesor que siente/cree que el niño es el acosador de otro niño más sensible. El tercero aporta elementos adicionales e invita a razonar que no hay que dejarse llevar por las primeras impresiones. La película se ubica en lo que se ha bautizado como “el efecto Rashomon”, la idea de una múltiple verdad que hay que desentrañar a partir de datos parciales y a veces equivocados o mentidos.
La película habla de muchas cosas: de lo débiles que son los niños, de la familia, de la masculinidad tóxica, de guardar las apariencias en una sociedad como la japonesa, del bullying y de la homofobia. Y es igualmente un rompecabezas que reta al espectador a ser paciente, mantenerse activo y, al mismo tiempo, reflexionar sobre sus propios juicios prematuros. La tragedia escolar y social que constituye la sustancia del film propone que la vida interior de la infancia y la juventud es compleja, y demasiadas veces inescrutable. No es fácil descubrir lo que ocurre en el universo emocional de una persona en construcción que vive el dolor intensamente. El director Koreeda evita la duplicación de escenas, empleando distintos enfoques, planos e incluso sonidos para marcar los puntos de convergencia temporal, lo que confiere a la narrativa un ritmo ágil e intrigante.
Koreeda demuestra una vez más su maestría para retratar la complejidad de las relaciones humanas, especialmente las familiares, y para abordar temas delicados como la infancia, la identidad, la sexualidad, la violencia y la discriminación. La película es un retrato conmovedor y crítico de la sociedad japonesa actual, que aún conserva muchos tabúes y prejuicios hacia lo que considera diferente o anormal. Koreeda plantea la pregunta de quién es el verdadero monstruo: ¿el que se sale de la norma o el que la impone? Corresponden elogios al excepcional reparto encabezado por Sakura Ando, Eita Nagayama y Soya Kurokawa, que interpretan a los tres personajes principales con una naturalidad y una profundidad impresionantes, a la música de Ryuichi Sakamoto (la última creación del veterano compositor que falleció el año pasado) que acompaña con sutileza y elegancia las emociones de los personajes, y a la fotografía de Ryuto Kondo que crea una atmósfera íntima y realista. Una película mayor.