foto Cerrar los ojos

Cerrar los ojos

España, Argentina, 2023

Dirección: Víctor Erice

Guion: Víctor Erice y Michel Gaztambide. Fotografía: Valentín Álvarez. *Música: Federico Jusid. Producción: Tandem Films, Pampa Films, Pecado Films, Nautilus Films, Movistar Plus+, Canal Sur y RTVE. Elenco: Manolo Solo, Ana Torrent, José Coronado, María León, Soledad Villamil, Ginés García Millán y Petra Martínez.

Duración: 169 minutos

Un célebre actor español, Julio Arenas, desaparece durante el rodaje de una película. Aunque nunca se llega a encontrar su cadáver, la policía concluye que ha sufrido un accidente al borde del mar. Muchos años después, esta suerte de misterio vuelve a la actualidad a raíz de un programa de televisión que pretende evocar la figura del actor, ofreciendo como primicia imágenes de las últimas escenas en que participó, rodadas por el que fue su íntimo amigo, el director Miguel Garay.

Debieron pasar 31 años desde El sol del membrillo (1982) para que el más secreto de los grandes cineastas españoles, se decidiera a hacer su cuarto largometraje y tercero de ficción (tras El espíritu de la colmena, 1973, y El Sur, 1983). En el medio Víctor Erice no estuvo inactivo, por cierto, entre cortos y colaboraciones diversas, pero este Cerrar los ojos puede ser considerado su cuarto esfuerzo importante en medio siglo. Pocos cineastas (Terrence Malick se acerca pero no tanto) poseen una trayectoria tan parca y personal.

Alguien ha observado ya que sus tres largos de ficción reflejan tres etapas diferentes de la vida. El espíritu de la colmena fue su visión sobre la infancia. El Sur, la descripción del despertar iniciático de una adolescente. Cerrar los ojos es su aterrizaje en la vejez. Alguien ha rezongado porque Erice no hizo “su película de la edad madura”, añadiendo empero que acaso lo sea El sol del membrillo, que no es una ficción sino el retrato de un personaje real, el pintor Antonio López.

Pero hay otra manera de acercarse a Cerrar los ojos: considerarla sobre todo como una carta de amor al cine. Porque su historia tiene que ver con el cine, porque sus personajes son muy cinematográficos y porque la cinefilia está en la materia misma de la película. Erice arranca con un juego de cine dentro del cine, con un formato de thriller que puede desorientar a su espectador, pero luego abandona esa línea y persigue su propio camino. A Erice no le importa, como podría hacer pensar el comienzo, el paradero de ese actor desaparecido en mitad de un rodaje 20 años antes: se interesa en cambio por lo duro que es envejecer y la desolación que deja el paso del tiempo.

Sus mejores cartas son un indiscutible refinamiento estético y el espléndido nivel de su elenco actoral, en particular el andaluz Manolo Solo al que el director entrega el protagonismo absoluto de la película y acierta en la apuesta. Los secundarios no desentonan, desde José Coronado a la soberbia Ana Torrent, quien reaparece ante la cámara de Erice 50 años después de El espíritu de la colmena y puede seguir aguantando un primerísimo plano durante más de 5 minutos. Un fan de la actriz se ha quejado porque el director no le ha concedido más tiempo de pantalla a Soledad Villamil.

Sería muy extenso detenerse en la sencillez, en la madurez y en la poesía que desprende la puesta en escena de Erice, a partir del guion escrito junto con Michel Gaztambide. La película está hecha también de la delicadeza de la dirección de fotografía de Valentín Álvarez, la música siempre sutil de Federico Jusid, la elegancia en la dirección artística, el bellísimo uso de los silencios y de unas mezclas de sonido que saben prestar atención a los detalles y que al igual que Erice saben que el mar está hecho para los grandes narradores. Los 169 minutos de duración corren sin notarse, y se prologan a la salida en la emoción del espectador.

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