En 1755, el empobrecido capitán Ludvig Kahlen se dispone a conquistar los duros e inhóspitos páramos daneses con un objetivo aparentemente imposible: crear una colonia en nombre del rey. A cambio, recibirá un nombramiento real que anhela con desesperación. Sin embargo, el único gobernante de la zona, el despiadado Frederik de Schinkel, cree arrogantemente que esa tierra le pertenece. Cuando de Schinkel se percata de que su criada Ann Barbara y su servil marido han escapado para refugiarse con Kahlen, el privilegiado y rencoroso gobernante jura venganza y promete hacer todo lo que esté a su alcance para ahuyentar al capitán. Pero Kahlen no se deja intimidar y emprende una batalla tan desigual que pondrá en riesgo no solo su vida, sino también a la familia de personas marginadas que se ha formado a su alrededor.
El director Nikolaj Arcel ha dicho en alguna entrevista que éste era el proyecto más personal de su carrera, y no es difícil ver por qué. La película es un profundo estudio de carácter sobre cómo los sueños y las ambiciones se convierten gradualmente en peligrosas obsesiones si no hay nada más valioso en la vida. En el fondo, es un viaje de autodescubrimiento para Ludvig Kahlen (Mads Mikkelsen), un soldado de familia humilde, con una pequeña pensión por sus servicios en el ejército y con un intenso deseo de un futuro más rico y honorable para sí mismo. El protagonista pone toda su dedicación y ferviente pasión en demostrar al reino y a su rey que es posible cultivar una tierra donde nadie ha podido hacerlo antes.
Kahlen se encuentra en una posición inicial de sacrificar todo y a todos los que le rodean para alcanzar sus objetivos. A pesar de ser un hombre con principios y valores firmes, siente cierta necesidad de reconocimiento, preocupándose sólo por el éxito de su proyecto hasta que la vida inevitablemente le pone obstáculos delante. La imprevisibilidad, el caos y la falta de control forman parte de la naturaleza humana y del mundo, por lo que ver la vida de forma materialista equivale, en consecuencia, a una vida aislada, sin amor, respeto ni afecto por parte de nadie.
Con un estilo y factura a la antigua usanza (dicho esto sin intención peyorativa), con sentido del despliegue de producción cuando la historia a contar lo requiere y un formidable protagonista como Mads Mikkelsen, el danés Arcel proporciona una de las grandes películas de los últimos tiempos.