Argentina, Uruguay, 2024
Dirección: Vanina Spataro
Guión: Daniel García Molt, Vanina Spataro. Fotografía: Víctor González. Müsica: José del Fabbro. Producción: Kinofilm, Mutante Cine. Elenco: Alfonso Tort, Sofía Palomino, Maiamar Abrodos, Lautaro Bettoni, Romina Peluffo, Mateo Chiarino. 90 min.
Duración: 90 minutos
En busca de refugio en la tranquilidad de un pequeño balneario, un grupo de habitantes (interpretados por los actores Alfonso Tort, Sofía Palomino y Maiamar Abrodos, Lautaro Bettoni, Mateo Chiarino y Romina Peluffo) comparten problemáticas de sus solitarias vidas con el fin de sanar heridas del pasado. Vanina Spataro, en su triple doble rol de productora, coguionista y directora, captura el ambiente bohemio de un pueblo costero en temporada baja de otoño, retratando vínculos al borde del quiebre, deseos puestos en duda y encuentros de nuevas pieles. A la luz de las velas, viejos rituales alrededor de la mesa serán celebrados. Rodado en playas de Uruguay (La Pedrera, donde la autora transitó su adolescencia), el film indaga, con ironía y humor absurdo, en relaciones humanas, males del corazón y segundas oportunidades.
Incorporando elementos autorreferenciales y en un ambiente de aislamiento que resulta propicio, la autora invita a la reflexión; tal vez porque a todos les pasa lo mismo y son más parecidos de lo que creen. En Naufragios, sociedad a micro escala, la presencia del mar funciona correctamente como trasfondo que alberga misterios y profundidades: varados en las orillas, cada uno de los personajes dejará aflorar dolores e ilusiones en tono confesional, durante una definitiva noche de tormenta.
Hay un personaje, un marinero que aparece tirado en la playa en medio del temporal, en un momento en el que la película parece virar a lo fantástico, pero no, aclara Spataro. El giro no es al misterio, sino para “despertar” a los personajes. “Por eso hay un poco de violencia, que hace que se abran, se unan y estén en disposición de construir algo nuevo”, señala la directora, quien añade que el aislamiento “es un poco metáfora de lo que somos como personas, esto que nos hace creer en cosas que no son reales y que hace despertar. Esa es la función del marinero, que es un absurdo que aparezca y más absurdo que ellos crean que puede ser la salida de algo. Pero sin embargo los moviliza, les da un puntapié para que cada uno se anime a contar lo que no podía sacar”.
Una solidaridad humana y sencilla va creando una red de afecto y amistad que permite la supervivencia y la posibilidad de retomar la existencia.