Durante el bombardeo de la OTAN en Serbia en 1999, Vlada tiene que llevar en su camión un misterioso cargamento de Kosovo a Belgrado. No quiere saber qué es lo que transporta, pero su mercancía se convertirá poco a poco en su carga. A través de los encuentros con los diferentes personajes, la película comenzará a comunicar una incomodidad tan tensa como los caminos que Vlada debe recorrer, incapacitado por su extraño trabajo para congeniar con quien sea, con el problema añadido de encontrarse en medio de una guerra.
El primer largometraje de ficción del director serbio Ognjen Glavonic, estrenado en la Quincena de los Realizadores de Cannes, retoma —siguiendo la línea de su documental Depth Two— el tema de un crimen real ocurrido en la Guerra de Kosovo en 1999, durante el bombardeo de la OTAN en Yugoslavia. Glavonic nos ofrece aquí un afilado retrato de la sociedad en medio del conflicto, así como su punto de vista sobre lo que su generación heredó de la anterior. El film deviene en un lúcido thriller político magníficamente centrado en Leon Lucev, cuya sorprendente interpretación hace realidad la visión del director de un modo muy claro. Una historia implacable, inteligente y sobria. Necesaria.