El cineasta portugués João Pedro Rodrigues, en colaboración con João Rui Guerra da Mata, invita a su espectador a un viaje cinematográfico audaz con esta película que se aventura a revisitar los lugares emblemáticos y los temas de la película original de 1963 Os Verdes Anos una obra icónica en el Nuevo Cine Portugués.
La película establece desde el principio un vínculo directo con los lugares icónicos del film original. Este enfoque permite a los directores sumergirse en el mundo de la obra de Paulo Rocha y observar a la legendaria actriz Isabel Ruth, ahora en sus ochenta años, mientras recorre las mismas calles que exploró hace seis décadas. En este proceso, los diversos estratos geológicos, cambios urbanos y dinámicas sociales de Lisboa emergen a la vista, como si fueran capas de una narrativa compleja que la ciudad misma ha tejido a lo largo del tiempo. Ruth se convierte en el personaje central de un musical, personificando el alma de la ciudad que el dúo de directores está redescubriendo.
Para disfrutar completamente de esta suerte de (¿secuela?) conviene conocer a fondo la película original en la que se basa. Sin embargo, también ofrece un viaje visual y místico para aquellos dispuestos a entregarse a la contemplación de una ciudad que parece haber quedado abandonada. Se presenta como una interpretación de jazz libre, donde los extractos de la música original de Rocha funcionan como notas en la partitura de una composición improvisada. De manera similar a cómo un músico permite que la música fluya sin restricciones, los directores permiten que la narrativa y el estilo de la película evolución en orgánicamente, llevando al espectador a zonas impensadas.
Además de esta exploración artística, la película trasciende el contexto temporal original y lleva la opresión que los jóvenes protagonistas enfrentaron en la Lisboa bajo la dictadura a una realidad más contemporánea, marcada por la inquietud de una pandemia global y la claustrofobia que implica un futuro incierto.
¿Dónde queda esta calle? se presenta como una película enigmática que requiere de un espectador reflexivo. Sin embargo, es precisamente en esta complejidad aparente donde radica su capacidad disruptiva. La película desafía las normas del cine convencional y brinda una experiencia única para aquellos dispuestos a sumergirse en su universo. Es una obra de arte introspectiva y evocadora que trasciende las limitaciones temporales y las convenciones cinematográficas tradicionales, instando al espectador a reconsiderar y redefinir su relación con el cine.