foto El exorcista

El exorcista

The Exorcist

Estados Unidos, 1973

Dirección: William Friedkin

Guión: William Peter Blatty, sobre novela propia. Fotografía: Owen Roizman. Música: Jack Nitzsche. Producción: Warner Bros., Hoya Productions. Elenco: Linda Blair, Max von Sydow, Ellen Burstyn, Jason Miller, Lee J. Cobb.

Duración: 121 minutos

Una exhibición especial por el 50 aniversario del estreno de esta película de terror y un homenaje a su director, William Friedkin, recientemente fallecido.
Desde las 21 hs, el Café del Cine servirá un trago especial (y verde) como previa a la película.
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Una misteriosa aureola de grandeza rodea esta eficiente película de terror que acaba de cumplir cincuenta años, y cuyo director William Friedkin falleció a los 87 años a finales de agosto. Inspirada en un suceso presuntamente real acaecido en 1949, la novela de William Peter Blatty se convirtió rápidamente en un bestseller. No es difícil entender el éxito del libro de Blatty: es el tipo de relato rápido e intrigante que mezcla un misterio al principio policial,luego psicológico y finalmente sobrenatural, y que en medio de sus efectismos discute con cierta inteligencia las posibles explicaciones a los hechos extraños que suceden en la trama.
La posible ambigüedad desaparece rápidamente en la película, porque a esas alturas casi
todo el mundo sabía desde el principio que el Diablo estaba metiendo la cola (o su tridente), y el director Friedkin opta sensatamente por la fabricación de una maquinaria de sustos, escenas de shock y un despliegue de competente artesanía. El nombre del juego es grand guignol (y un poco de asco: los vómitos de sopa de arvejas), y por el camino quedan otras posibilidades del material, como la exploración de la crisis de fe del personaje del sacerdote más joven (Jason Miller) que debe enfrentar al demonio que ha poseído a Linda Blair.
La película posee unas cuantas virtudes externas que sostienen el interés del espectador: un ritmo intenso, varios momentos espectaculares, una excelencia fotográfica que destaca especialmente en el comienzo en Irak (por un equipo de segunda unidad cuyo fotógrafo fue el gran Billy Williams). Además, el cine de terror habitual no dispone con frecuencia de las calidades interpretativas de esta película, con elogios particulares para la madre de Ellen Burstyn y el cura más veterano de Max von Sydow.
Hay un par de consideraciones adicionales que otorgan a El exorcista un carácter icónico.
En primer lugar, fue la película que a comienzos de los años setenta impulsó al cine de terror en el marco de la producción mainstream, con un presupuesto desahogado e intérpretes de calidad, rescatándolo del universo de la clase B. Es cierto que el miedo estaba en el aire (Vietnam, la crisis del petróleo), y al último de los factores se vincula acaso el dato de que el amenazante demonio provenga de Irak, justo cuando los árabes cerraron las canillas y el precio del combustible en Occidente se fue a las nubes. Es cierto de todos modos que El exorcista no reinventó el cine de terror: dos películas claves son un poco anteriores, aunque una de ellas sea un clase B (La noche de los muertos vivos de Romero) y la otra una historia de satanismo que se vincula más bien con el universo personal de su director Roman Polanski (El bebé de Rosemary). El exorcista se las arregló de todos modos para conectar mejor con su público. Su peor consecuencia no es culpa de Friedkin ni de Blatty: la interminable serie de malas copias que le siguieron, incluyendo El exorcista 2: el hereje, dirigida por Boorman y protagonizada por Richard Burton, que debe ser la peor secuela de la historia.

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