Una frecuente y equivocada manera de describir esta película de Wes Anderson consiste en señalar que cuenta la historia de un fotógrafo que acaba de perder a su esposa por una enfermedad y termina varado en una ciudad desértica con su hijo adolescente, que a su vez asiste en aquel lugar a una convención de astrónomos aficionados; sus tres trillizas y su suegro, debido a un evento inesperado que los obliga a estar en cuarentena.
Algo de eso hay pero sería mejor señalar que trata acerca de una obra de teatro experimental, ubicada temporalmente en la década del cincuenta, las vicisitudes de su autor por construir una trama que logre traducir las emociones que quiere explorar y los problemas de los actores para entender las acciones de sus personajes, que está fotografiada en blanco y negro, y que al mismo tiempo verá la obra en un escenario de colores resplandecientes y saturados que no pretende ser realista.
Una vez más Anderson demuestra ser un autor imaginativo y personal, que puede dejar afuera a una parte de su público, pero sabe seducir al que acepta quedarse adentro. Sus colores son raros, su música es infrecuente y sus actores aceptan interpretar personajes extraños que les permiten recuperar el sentido lúdico de su oficio.
Anderson trabaja sus imágenes hasta el menor detalle: composiciones, movimientos de cámara, escenarios, todo está absolutamente medido y controlado a la perfección. En cuanto a temas, combina muchas de sus constantes habituales y cuenta con muy buenos detalles, originales y divertidos. Una de las mejores cosas que suele conseguir Anderson es que en un reparto plagado de estrellas como este todos brillen. Asteroid City no es una excepción: es inevitable que algunos tengan más tiempo en pantalla que otros, pero todos tienen su oportunidad de lucirse en el momento oportuno. Y ha virtudes adicionales. Eso le permitirá al espectador concentrarse, por ejemplo, en las magníficas actuaciones de Jason Schwartzman, Scarlett Johansson y Tom Hanks, en el memorable diseño de producción de Adam Stockhausen, o en la sutileza de un guión que se permite decir verdades conocidas, como que ser adolescente es sentirse como un extraterrestre. Si a usted le gusta Wes Anderson admitirá que pocos se le parecen.