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Inland Empire

Estados Unidos, Francia, Polonia, 2006

Dirección: David Lynch

Guión y música: David Lynch. Fotografía: David Lynch, Odd Geir Sæther. Producción: Studio Canal/Camerimage/Asymmetrical Productions. Elenco: Laura Dern, Justin Theroux, Harry Dean Stanton, Grace Zabriskie, Jeremy Irons,Diane Ladd, William H. Macy, Julia Ormond, Karolina Gruszka, Krzysztof Majchrzak,Jordan Ladd, Mary Steenburgen, Laura Harring, Nastassja Kinski, Scott Coffey,Naomi Watts.

Duración: 176 minutos

Si se pudiera (no se puede) contar esta película de David Lynch habría que decir que trata de algo así como la historia de una actriz que consigue el papel protagónico de una película que va a dirigir un ficticio cineasta interpretado por Jeremy Irons. Poco antes de empezar el rodaje, este último les confiesa que se trata de un remake de una película que no llegó a hacerse, basada en un cuento gitano polaco, porque sus protagonistas murieron en extrañas circunstancias. A partir de ahí Lynch muestra cómo la ficción lo invade todo: el film mismo pasa a ser una versión de dicha narración gitana, que parece versar, entre otras cosas, sobre un hombre que se debate entre el amor de su mujer y el de su amante, una prostituta, y que saldará con derramamiento de sangre. Pero, a su vez, la historia de ficción se proyecta en la vida real de los actores, ante la posibilidad de que surja un romance entre la actriz y su coprotagonista (Justin Theroux), algo que preocupa al posesivo marido de la primera.
Los seguidores del director David Lynch descubrirán sin esfuerzo en Inland Empire elementos que lo convierten en una prolongación de sus anteriores Carretera perdida y El camino de los sueños (Mulholland Drive): el concepto de la fuga psicológica, común a ambas, desaparece de escena, pero el director rescata de la primera el factor de la infidelidad y los celos como desencadenantes de dolor y tragedia, y de la segunda su oscura visión del mundo del cine. Lynch parece sugerir que en el cine, en principio, todo es mentira (aquí hay actores que interpretan varios papeles, desde los protagonistas al grupo de chicas jóvenes que pasan de ser adolescentes a prostitutas); pero que sobre todo y al mismo tiempo, al estar encarnado por actores y filmado todo es verdad, y el espectador está obligado a aceptar las convenciones que el cineasta quiera plantearle.
Los enemigos del director objetarán sin error que Lynch parece repetirse: hay escenas que remiten sin demasiado esfuerzo a Terciopelo azul, a Carretera perdida, a El camino de los sueños, a algunos fragmentos de Twin Peaks. Les va a resultar más difícil discutir su frecuente destreza en el manejo del medio: la importancia de la música y el sonido, las escenas fragmentadas, los diálogos repetidos, los elementos de atrezzo descontextualizados, los ralentís, las sobreimpresiones, los desenfoques, el paso de planos verdaderamente oscuros a otros saturados de luz. Y otro punto a favor: la labor de Laura Dern. Se puede amar u odiar a Lynch, pero rara vez deja indiferente a su espectador.

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