El doctor Nariman sufre un accidente automovilístico con un motociclista en el que resulta herido el hijo de este, un niño 8 años. El médico se ofrece a llevar al niño a una clínica cercana, pero el padre rechaza su ayuda y su dinero. Pocos días después, en el hospital donde trabaja, Nariman descubre que al niño le fue practicada una autopsia tras una muerte sospechosa. El médico se enfrenta a un dilema: ¿habrá muerto el niño debido al accidente o por intoxicación alimentaria tal y como asegura el diagnóstico de otros médicos?
La obsesión que se apodera del médico forense, convencido de que pudo haber causado la muerte de un niño, sienta las bases de un drama excepcionalmente bien interpretado y pulcramente ejecutado. La película indaga en los conceptos de culpabilidad y responsabilidad en una sociedad en permanente estado de excepción, poniendo el foco en el doctor en crisis, interpretado por un inmenso Navid Mohammadzadeh, que confiere al film su núcleo emocional. Un drama poderoso con el que Vahid Jalilvand crea una historia desgarradora —aunque siempre quede una puerta abierta a la esperanza—, que fue reconocido con los premios de mejor dirección y mejor actor en la sección oficial Orizzonti del Festival de Venecia.