Este es el tercer largometraje de Hlynur Pálmason, quien antes hiciera Winter Brothers (2017), ganadora de cuatro premios en la sección competitiva del Festival de Locarno y del premio a mejor fotografía en el Festival de Sevilla, y Un blanco, blanco día (2019), presentada en la Semana de la Crítica de Cannes. El director vuelve aquí a reunirse con dos de sus actores de Winter Brothers, el danés Elliott Crosset Hove, que interpreta el papel del padre Lucas, y con Vic Carmen Sonne. Otros intérpretes de este film, como Ída Mekkín Hlynsdóttir e Ingvar Sigurdsson también trabajaron con Pálmason con anterioridad.
La película, que se inspiró en siete fotografías históricas tomadas por un sacerdote danés,
nos sitúa a finales del siglo XIX, donde el padre Lucas llega a Islandia con la misión de construir una iglesia y fotografiar a sus habitantes. Cuanto más se interna en aquel implacable paisaje, más se sume en las ansias de la tentación y el pecado. El ignorante Lucas se topará con un medio de vida brutal, donde la supervivencia entre el hielo, el frío y los volcanes harán que su soberbia se deteriore rápidamente.
La película puede ser entendida como un homenaje a los comienzos del cine, rodado en un
formato 4:3 de ángulos redondeados típico del daguerrotipo de la época, pero con un color más próximo al conseguido a principios del siglo XX. También se ha hablado de una
cercanía con el western, donde los personajes se ven forjados por las así duras condiciones
climáticas que se ven obligados a soportar. El planteo del film incluye lo que alguien ha descrito como “una crítica al colonialismo disfrazado de religión”, planteado en el conflicto
entre el cura y su guía, quien ve con recelo al religioso como un conquistador que llega a
arremeter contra sus costumbres al querer “iluminarlos”, y principalmente contra su idioma, el cual comprende pero está negado a adoptar fingiendo que no lo entiende.
La película ha impresionado a la crítica. El español Carlos Heredero ha hablado de una
“una de las obras más poderosas, más originales y de mayor altura creativa de los últimos
años (...) Una de las verdaderas cimas de esta edición del Festival de Cannes”. El
periódico británico The Guardian afirma que “es impresionante en su escala épica, magnífica en su comprensión del paisaje, penetrantemente incómoda en su intimidad y severidad humana”. Asimismo, Variety la describe como “una película visualmente impactante y con un control casi bressoniano (...) Pálmason es un director original cuya voz se vuelve más fuerte y segura con cada película”.
Godland es, además, la ganadora de la competencia internacional de la última edición del Festival Cinematográfico Internacional del Uruguay. El jurado integrado por Roger Koza, Manolo Nieto y Alicia Migdal, argumentó que la película merecía el premio más importante del FCIU por “la contundencia del uso de todos los recursos cinematográficos para sostener un relato fascinante en la Islandia de fines del siglo XIX. A través de una narración lineal y aparentemente sencilla, en la que un paisaje descomunal aplasta a los personajes, se entrelazan, en una inusual complejidad, las relaciones entre civilización y naturaleza, lenguaje y nación y vocación y deseo. Pocas veces en una sola película todos sus elementos resultan orgánicos de principio a fin, lo que suscita un placer absoluto poco frecuente en el cine de hoy”.