Una de las grandes sorpresas del cine francés del año 2019 fue esta adaptación de una novela de Colin Niel. La película entrelaza una serie de historias que parten de la misteriosa desaparición de una mujer. Lejos de mostrar sus cartas desde el principio, se va tejiendo una tela de araña, que, según va avanzando, deja un suspenso que engancha desde el primer minuto. Con algo de la estructura de Amores perros y bastante de Alfred Hitchcock, surge una historia compleja y a veces brillante, que suma a una buena construcción temporal la ejecución de un relato lleno de aristas y matices.
Desde el principio se presentan unos personajes que navegan entre luces y sombras. Cada uno de los protagonistas, que toman el relevo al anterior, forman parte de un tablero de ajedrez siniestro. A medida que se suman las piezas, la historia adquiere una creciente coherencia, hasta un desenlace frenético e inteligente. Lo que, a primera vista, podría parecer un laborioso laberinto, se convierte en la principal atracción del film. Junto a ello, hay un influjo de lo extracorpóreo como si se tratase de una broma macabra del destino, lo que alguien ha denominado “lo extraordinario de lo habitual”.
Un guion tan complejo y un cruce de historias semejante requería de una preparación técnica muy bien planteada. Domink Moll se consolida como realizador y prueba de ello es el uso de una estupenda fotografía, con hermosos planos donde la propia naturaleza y las montañas son un personaje en sí mismos. Para conseguir ese efecto el cineasta sabe dónde colocar la cámara, no dejándolo al azar, sino con un significado creativo de gran importancia. Lo mismo ocurre con la dirección artística, que cubre al espectador en una nube mística de naturaleza salvaje, que subraya la sensación de fábula lóbrega. Hay un atractivo adicional en el hecho de ubicar la acción en unos exteriores alucinantes, en los que se respira vida.
Cabe destacar también un elenco con una calidad parejamente excelente, con una expresividad y una presencia escénica soberbios. Una sugestión cautivadora y atrayente, con una atmósfera sombría y compleja, se desprenden de la película.