El clasismo, el capitalismo, el materialismo y la riqueza están todos en el punto de mira en El triángulo de la tristeza, la continuación espiritual del escritor/director Ruben Östlund de su sátira ganadora de la Palma de Oro en 2017, The Square. Östlund da en el clavo en el punto de entregar un mensaje matizado de una manera satisfactoria, con un valor de entretenimiento indiscutible y un gran trabajo de interpretación en todo momento.
La película funciona a la perfección cuando mantiene el tono de comedia absurda que establece en la primera mitad de la historia. Se trata de una comedia del absurdo, o de humor surrealista, preocupada por generar expectativas y luego derribarlas mediante giros inesperados, para mostrar la reacción más divertida y sorprendente. Logra así personajes tan condenadamente ricos que están totalmente desconectados de la realidad, con sus extravagantes solicitudes y demandas. Su comportamiento solo se ve facilitado por la tripulación del crucero en que viajan, que siempre dice que sí a sus demandas locas y escandalosas, independientemente de lo perjudiciales que puedan ser.
La película trata sobre una pareja joven que realiza un crucero en un yate de lujo donde se encuentran con una serie de personas ricas con el plan de divertirse. Los invitados son mimados constantemente por la tripulación, mientras que el personal de la cubierta inferior mantiene el yate de manera invisible. Eventualmente, el apretado nudo náutico del lujo se desata y los eventos se salen de control de la manera más inesperada.
A lo largo de la película, los eventos se complementan con una abundante porción de sátira, a veces frontal, a veces más disimulada y sutil. Lo mejor de la película es que no se siente pretenciosa o moralista y, en cambio, permite que la historia hable por sí misma para que la audiencia pueda hacer sus propios juicios.
Dividido en tres capítulos, el guión transmite con eficacia la disparidad ideológica y de clase que, cuando se enfrenta a circunstancias terribles, erradica estos límites invisibles y arcaicos, así como la falsa percepción de superioridad. Es una excelente ilustración de cómo los humanos valoran instintivamente su propia supervivencia por encima de todo lo demás en el mundo. Combina eso con un poco de humor sutil y una serie de momentos realmente divertidos (como la cena del capitán), y se obtiene una película que asombra y entretiene en igual medida.
Esta película obtuvo la Palma de Oro en Cannes en 2022.